La primera enfermedad sobre la que han de versar los debates de las Naciones Unidas, tanto en el Consejo de Seguridad como en los per赤odos extraordinarios de sesiones de la Asamblea General, a saber, el SIDA, es una de las diez primeras causas de defunci車n en todo el mundo. Transcurridos 25 a?os desde la aparici車n de la epidemia, el SIDA se ha convertido en una de las cuestiones definitorias de nuestro tiempo. Seg迆n el Informe sobre Desarrollo Humano 2005, publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, es responsable del "mayor retroceso del desarrollo humano de la historia".
En muchos sentidos, el SIDA es, en 迆ltima instancia, un problema mundial y local. Originariamente considerado como algo que afectaba a los varones homosexuales de Am谷rica del Norte, est芍 presente en todos los pa赤ses del mundo. La mitad de los adultos que viven con el VIH son mujeres. No obstante, a pesar de que el SIDA se ha convertido en una amenaza mundial, no es, ni mucho menos, una epidemia homog谷nea. Queda claro que hay que hacer m芍s para hacer frente a este problema, pero lo que hay que hacer variar芍 en funci車n del cada lugar. Cada regi車n tiene un grado de afectaci車n distinto, siendo la prevalencia y el impacto mayores en el ?frica meridional y oriental. En Botswana, Lesotho y Swazilandia, uno de cada cuatro adultos es seropositivo. Comparado con Am谷rica Latina, en la Argentina y el Brasil aproximadamente 1 de cada 200 adultos vive con el VIH.
Dentro de un mismo pa赤s pueden existir distintas epidemias localizadas. En la zona nororiental de la India, por ejemplo, el SIDA se ve principalmente acrecentado por el consumo de drogas inyectables, mientras que en otras zonas la mayor赤a de las infecciones son resultado de las relaciones sexuales sin protecci車n. A menudo existe una gran discrepancia entre las zonas rurales y urbanas, siendo mucho mayor la concentraci車n de las infecciones en las ciudades. El impacto del SIDA tambi谷n var赤a entre los grupos sociales. Es fundamentalmente una enfermedad tributaria de la desigualdad. Las desigualdades econ車micas y basadas en el g谷nero influyen directamente en la conducta sexual y, por ende, en la posible transmisi車n del VIH. Algunas investigaciones realizadas en Kenya, por ejemplo, ponen de manifiesto que cuando la seguridad econ車mica y social de las mujeres depende en gran medida de la ocupaci車n y el estatus de sus parejas, apenas tienen elecci車n a la hora de decidir sobre su propia seguridad sexual. Por ello, es importante que las estrategias de desarrollo econ車mico adopten un enfoque "en favor de los pobres" y "en favor de las mujeres", a fin de evitar el riesgo de incremento de las desigualdades de ingresos y la alimentaci車n inadvertida de la epidemia del VIH.
Desde el cambio de siglo, la atenci車n y la acci車n en relaci車n con el SIDA han aumentado de forma considerable. Los gobiernos han aprobado una serie de metas internacionales, como la del objetivo de desarrollo del Milenio 6: "detener y comenzar a reducir la propagaci車n del VIH/SIDA antes de 2015". El 2002, los Estados Miembros de las Naciones Unidas formularon una Declaraci車n de compromiso en la lucha contra el VIH/SIDA, y en 2006 se comprometieron a avanzar hacia el acceso universal a la prevenci車n y los servicios de tratamiento, atenci車n y apoyo en relaci車n con el VIH para 2010 y a establecer las metas y los planes nacionales para lograrlo. Se trata de una aspiraci車n mundial, pero su consecuci車n depender芍 del progreso individual de cada pa赤s. El 谷xito a escala nacional se basar芍 en gran medida en el estado actual de la epidemia y en la respuesta que se d谷 a la misma.
Una serie de pa赤ses de Am谷rica Latina, el Asia meridional y ?frica ya parecen haber avanzado en la dotaci車n de acceso universal al tratamiento del VIH, y han incrementado considerablemente el acceso a los medicamentos que impiden la transmisi車n del VIH de madre a hijos. Botswana, por ejemplo, ha alcanzado una cobertura del 90 % en la terapia antirretrov赤rica, el 90 % de las mujeres embarazadas que viven con el VIH pueden obtener medicamentos destinados a proteger a sus hijos de la infecci車n, y un 30 % de la poblaci車n se ha sometido a un an芍lisis del VIH. Sin embargo, al igual que sucede en tantos otros pa赤ses, la acci車n en materia de prevenci車n del VIH est芍 muy rezagada y el estigma relacionado con el VIH a迆n prevalece. Resulta beneficioso contemplar el progreso de Botswana en el contexto del avance mundial hacia el acceso universal. Tan solo un tercio de las personas que necesitan tratamiento contra el VIH en los pa赤ses de ingresos medios y bajos lo est芍n recibiendo. S車lo el 10 por ciento de las mujeres que necesitan medicamentos para impedir la transmisi車n a sus hijos pueden acceder a ellos.
Evidentemente no hay lugar para la autocomplacencia. En muchas partes el mundo existe una vinculaci車n entre los avances en materia de SIDA y los objetivos de desarrollo del Milenio. El progreso en los tres primeros objetivos -erradicar la pobreza extrema y el hambre, lograr la ense?anza primaria universal y promover la igualdad entre los g谷neros reduce las desigualdades, mejorando as赤 la capacidad de las personas para protegerse de la infecci車n y para acceder al tratamiento contra el VIH, cuando est谷 disponible. Al mismo tiempo, como se ha podido observar en Camboya, los progresos en materia de SIDA pueden contribuir a los avances en materia de salud materna e infantil. El progreso depende asimismo de nuestra capacidad para intensificar y mantener el liderazgo pol赤tico, a menudo ante un conflicto de prioridades, a fin de garantizar que la atenci車n y la acci車n perduren a largo plazo. Los marcos temporales pol赤ticos a corto plazo de car芍cter electoralista hacen que esto resulte especialmente dif赤cil a escala nacional. Por tanto, es fundamental que la sociedad civil y la comunidad internacional aboguen de forma coherente por la permanencia del SIDA entre las prioridades de sus programas.
La atenci車n pol赤tica es esencial para asegurar una financiaci車n adecuada. En 2007, se comprometieron 10.000 millones de d車lares para programas contra el VIH en pa赤ses de ingresos medios y bajos. Esto supone un aumento significativo con respecto a los 250 millones de d車lares que se gastaron en 1996, el primer a?o de funcionamiento del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (ONUSIDA), aunque sigue siendo insuficiente con respecto a lo que se necesita para garantizar un acceso universal a los servicios relacionados con el VIH. Dos tercios de esta financiaci車n proceden de fuentes internacionales, sobre todo de los mecanismos que se han creado especialmente -el Plan de Emergencia para el Alivio del SIDA del Presidente de los Estados Unidos y el Fondo Mundial de lucha contra el SIDA, la tuberculosis y la malaria. El resto procede de los propios pa赤ses.
No cabe duda de que si hemos de acelerar el progreso hacia el acceso universal a los servicios relacionados con el VIH, tenemos que ampliar la financiaci車n procedente de las fuentes actuales y explorar fuentes nuevas. Tambi谷n debemos garantizar que se haga el mejor uso posible del dinero disponible. En ONUSIDA, nuestra tarea principal es "hacer rendir el dinero" de modo que se haga m芍s en relaci車n con el SIDA. Se requieren cinco elementos.
En primer lugar, implica ayudar a los pa赤ses a dise?ar y ejecutar estrategias basadas en los conocimientos acerca de las epidemias locales. Implica estudiar la localizaci車n de la epidemia y sus causas, actuar sobre la base de dicho conocimiento, as赤 como supervisar y evaluar las medidas adoptadas. Tambi谷n requiere una mejor vigilancia, una mayor desagregaci車n de los datos epidemiol車gicos (por sexo, por edad, urbanos/rurales) y m芍s an芍lisis. De lo contrario, podr赤a darse una grave desconexi車n entre la din芍mica de la epidemia y nuestra repuesta a la misma. Recientemente hemos sabido de un pa赤s donde las estrategias relacionadas con el SIDA se basaban en hip車tesis sobre el pa赤s como un todo. Si bien la prevalencia del VIH a escala nacional era del 1,8 %, entre los profesionales del sexo era del 80 %. Aproximadamente el 75 % de las infecciones nuevas entre los hombres en la capital se daban entre los clientes de los profesionales del sexo, pero s車lo el 0,8 % de las intervenciones relacionadas con el VIH se centraban en el trabajo del sexo, lo que quiere decir que el pa赤s desaprovech車 una importante oportunidad de enfocar las intervenciones hacia donde tendr赤an un mayor impacto.
En segundo lugar, implica asegurarse de que los programas sean exhaustivos y multisectoriales. Se ha admitido ampliamente que el SIDA no puede considerarse simplemente como un problema de salud. Es preciso hacer mucho m芍s para que la respuesta multisectorial sea una realidad y para garantizar que los gobiernos asignen presupuestos y desplieguen recursos entre los departamentos. La educaci車n es un buen ejemplo. La Campa?a Mundial para la Educaci車n ha estimado que si todos los ni?os recibiesen una educaci車n primaria completa, podr赤an prevenirse un m赤nimo de 7 millones de casos nuevos de VIH en una d谷cada. En la actualidad, uno de cada cinco ni?os en edad de escolarizaci車n primaria sigue sin recibir educaci車n. Tambi谷n es vital garantizar que los servicios relacionados con el VIH est谷n integrados en otros servicios de salud, como los servicios para la tuberculosis y la salud reproductiva. Existen cada vez m芍s pruebas que demuestran que las inversiones en materia de SIDA pueden reforzar estos servicios. En Etiop赤a, por ejemplo, una importante ampliaci車n al acceso al asesoramiento y examen relacionados con el VIH, de car芍cter voluntario, que incluye tratamientos antirretrovirales, ha dado lugar a un gran cuerpo de trabajadores m谷dicos capacitados en materia de tratamiento integral de, por ejemplo, enfermedades de transmisi車n sexual e infecciones oportunistas, tuberculosis y VIH.
En tercer lugar, la coordinaci車n y cooperaci車n son requisitos previos para lograr una respuesta multisectorial efectiva contra el SIDA entre las distintas partes interesadas, incluidos los departamentos gubernamentales, los donantes, las comunidades, las personas que viven con el VIH y las organizaciones internacionales. La coordinaci車n se halla en el n迆cleo del mandato de ONUSIDA, compilando el trabajo de las diez organizaciones que conforman el Programa, * brindando orientaci車n en materia de pol赤ticas y apoyo t谷cnico en relaci車n con los distintos aspectos de la epidemia. Por esta raz車n, ONUSIDA mantiene un firme compromiso con el principio de "UNA organizaci車n". Durante los 迆ltimos tres a?os, una de sus prioridades ha sido que los "Tres unos" pasaran a la acci車n:
un marco de acci車n acordado de lucha contra el SIDA, una autoridad nacional de coordinaci車n de las actividades de lucha contra el SIDA y un sistema nacional acordado de supervisi車n y evaluaci車n.
Al mismo tiempo, si se pretende obtener un impacto real, es necesario obtener respuestas de los pa赤ses. Ese es el motivo por el que se da tanta importancia al fortalecimiento de la capacidad nacional para hacer frente a la epidemia de formas apropiadas a escala local.
En cuarto lugar, hacer rendir el dinero quiere decir que las estrategias en materia de SIDA deben basarse en los derechos humanos. Debemos abordar las desigualdades y las injusticias que llevan al incremento de los niveles de infecci車n e impiden que las personas accedan al tratamiento, la atenci車n y el apoyo en relaci車n con el VIH cuando lo necesitan. En 2008, el estigma asociado a la infecci車n del VIH sigue siendo uno de los mayores obst芍culos para la consecuci車n del objetivo de desarrollo del Milenio 6 y el acceso universal a los servicios relacionados con el VIH. Entre otros obst芍culos cabe mencionar la desigualdad por raz車n de sexo, la homofobia y la discriminaci車n de los profesionales del sexo, los consumidores de drogas inyectables, las poblaciones ind赤genas y los migrantes. Por ejemplo, si las mujeres apenas pueden decidir sobre su propia seguridad sexual, su susceptibilidad crece cuando forman parte de una poblaci車n marginal. Investigaciones recientes realizadas en Viet Nam, por ejemplo, pusieron de manifiesto que las trabajadoras migrantes ten赤an el doble de probabilidades de ser seropositivas con respecto a otras mujeres.
Por 迆ltimo, debe hacerse mucho m芍s hincapi谷 en la prevenci車n del VIH. A escala mundial, nos enfrentamos a una situaci車n en la que por cada persona que comienza un tratamiento antirretroviral, se infectan otras cuatro. Como hemos visto, existe un riesgo real de que el progreso en la prevenci車n del SIDA siga estando rezagado con respecto al progreso en materia de tratamiento, lo que se traduce en un incremento de las colas para la obtenci車n de tratamiento. Sin embargo, la intensificaci車n del tratamiento es una tarea compleja y dif赤cil. Ning迆n enfoque 迆nico funcionar芍 por s赤 solo, y nada funcionar芍 a menos que abordemos mejor las desigualdades y las injusticias socioecon車micas que alimentan la propagaci車n del VIH y mejoremos nuestra capacidad para medir y comunicar los beneficios de la prevenci車n.
El progreso en estas cinco esferas es cr赤tico si queremos conseguir un impacto real en la epidemia. Es importante que, conforme avancemos, no s車lo seamos realistas sino tambi谷n optimistas. Hasta la fecha se ha prestado demasiada atenci車n a lo que no se hac赤a en materia de SIDA. Tenemos que mejorar en la evaluaci車n de lo que s赤 se hace, adquirir experiencia a partir de lo que funciona y garantizar que exista capacidad de actuaci車n y basarnos en lo que hemos aprendido. Si lo hacemos, nuestra situaci車n ser芍 mucho mejor y m芍s firme para lograr que el acceso universal a la prevenci車n, el tratamiento, la atenci車n y el apoyo en relaci車n con el VIH se haga realidad.
* Los diez asociados de ONUSIDA son: la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Programa Mundial de Alimentos (PMA), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el Fondo de Poblaci車n de las Naciones Unidas (UNFPA), la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, la Organizaci車n Internacional de Trabajo (OIT), la Organizaci車n de las Naciones Unidas para la Educaci車n, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), la Organizaci車n Mundial de la Salud (OMS) y el Banco Mundial.
?
La Cr車nica?ONU??no?constituye un registro oficial. Tiene el privilegio de acoger a los altos funcionarios de las Naciones Unidas, as赤 como a distinguidos colaboradores de fuera del sistema de las Naciones Unidas cuyas opiniones no son necesariamente las de las Naciones Unidas. Del mismo modo, las fronteras y los nombres que se muestran y las designaciones utilizadas en los mapas o en los art赤culos no implican necesariamente un apoyo o una aceptaci車n por parte de las Naciones Unidas.?