28 junio 2022

Una de las cosas que más me gustan cuando estoy en el mar es que tienes que reaccionar constantemente a los cambios en el entorno que te rodea. Si se levanta el viento o las olas cambian de dirección, tienes que ajustar tus velas y cambiar el rumbo. A veces, tu vida depende de cómo reacciones.

Esta idea de reaccionar y cambiar de dirección define mi forma de vivir la vida. Una ma?ana, durante un viaje alrededor del mundo en una lancha motora de biocombustible llamada?Earthrace, me tiré al mar, en medio del Pacífico, para mi ba?o diario. Cuando estaba en el agua vi un cepillo de dientes, luego un mechero y un tapón de botella. No tenía ningún sentido: ?estábamos a 800 millas de la tierra!

Me gusta llamar a esta experiencia mi "momento de transformación": un punto en el que todo cambió para mí y era incapaz de volver la vista atrás. Fue la chispa para iniciar una nueva carrera profesional: dirigir expediciones de navegación en un barco de investigación de 21 metros llamado Sea Dragon con la misión de entender el verdadero problema de la contaminación por plásticos en nuestro océano y, en última instancia, encontrar una solución. Visitamos un gran número de islas peque?as para conocer comunidades que tienen dificultades para capturar peces y cultivar alimentos debido a la presión sobre sus recursos locales. Estos problemas obligaban a depender de alimentos importados, que a menudo vienen envueltos en plástico. Al no haber un destino para los residuos, estos terminan en la playa, en el océano o bien se incineran. Pude ver objetos de plástico arrastrados a las costas con etiquetas en idiomas que ni siquiera podía reconocer. En 2010, zarpé en busca de los llamados "giros" o zonas de acumulación de plásticos, para buscar más información.

Residuos plásticos y otros deshechos en la Bahía de Cardiff, Gales, 2015. Charos Pix/CC BY-NC-SA 2.0

Buscábamos "islas de plásticos", pero nos sorprendió comprobar que el plástico no solo flota en el océano formando grandes balsas, que serían fáciles de limpiar. Solo cuando lanzamos una fina red de mallas romboidales a la superficie del agua y la volvimos a subir al barco pudimos ver lo que realmente había ahí: cientos de miles —ahora sabemos que son billones— de microplásticos. Los encontramos en cada centímetro de océano, desde la superficie hasta el fondo marino.

Las criaturas marinas confunden esos microplásticos con comida, lo que abre toda una nueva serie de interrogantes. Si el plástico llega hasta la cadena alimentaria—nuestra?cadena alimentaria—, ?también estaríamos acumulando sustancias químicas tóxicas en nuestro organismo? Decidí someterme a un análisis de sangre para averiguar qué sustancias químicas podría tener en mi cuerpo. La prueba podía detectar 35 sustancias químicas prohibidas por las Naciones Unidas al haberse demostrado que son tóxicas para los humanos. Veintinueve de ellas estaban presentes en mi sangre.

Acto seguido, descubrí el impacto de esas sustancias químicas en las personas, especialmente en las mujeres embarazadas, y que podíamos traspasárselas a nuestros hijos. Fue entonces, en 2014, cuando comenzamos?, una serie de expediciones de navegación multinacionales, multidisciplinares y compuestas exclusivamente por mujeres para estudiar soluciones a la contaminación por plásticos y sustancias químicas desde el ecuador hasta los polos.

Plásticos trasladados al océano encontrados en una playa de una isla del Caribe durante eXXpedition Round the World, 2019. eXXpedition/Sophie Dingwall

Es evidente que los microplásticos son prácticamente imposibles de limpiar. Cabe entonces preguntarse, en primer lugar, cómo podemos impedir que los plásticos sigan llegando al océano —y a nuestros cuerpos— y, básicamente, "cerrar el grifo". Si a través de nuestra labor científica en el mar podemos se?alar los plásticos presentes en el océano y rastrear su origen, también podríamos ser capaces de precisar dónde se encuentran las soluciones.

A veces encontramos plásticos en el mar cuyo origen es evidente o se puede identificar claramente porque llevan impresa una marca o el nombre del país de procedencia. Sin embargo, en la mayoría de los casos, esta sopa de plásticos está tan fragmentada que los objetos han perdido toda su forma, de manera que su procedencia es anónima. Esto nos obliga a trabajar como detectives para encontrar pistas que puedan llevarnos al origen.?

Procesamos las muestras con nuestra máquina de espectroscopía de infrarrojos por transformada de Fourier (FTIR), que determina el tipo de polímero. ?Se trata de tereftalato de polietileno (el nombre químico del poliéster, también llamado PET), que puede encontrarse en los envases de alimentos? ?Son fibras de poliamida de nuestra ropa? ?O polvo de neumáticos que se desprende de nuestros vehículos cuando conducimos?

Emily Penn (centro) y sus compa?eras analizan muestras de plásticos del océano en el barco TravelEdge con una máquina de espectroscopía de infrarrojos por transformada de Fourier (FTIR), 2019. eXXpedition/Sophie Bolesworth

Todavía quedan muchos análisis por hacer, pero los resultados preliminares revelan algunos datos interesantes. Destaca la presencia de polietileno, puesto que representa la mayoría del plástico encontrado en nuestras muestras. Le siguen de cerca la poliamida y el polipropileno. En un tramo de nuestra expedición, por las aguas costeras de Antigua, un paraíso para los yates, nuestros análisis mostraron resultados completamente distintos: encontramos fragmentos de pintura, acrílico y resinas.?

La última misión de Round the World tuvo que suspenderse por la llegada de la COVID-19. El impacto de la pandemia se hizo evidente cuando estábamos a medio camino entre la Isla de Pascua y Tahití.?Nuestra respuesta fue centrarnos en crear un cambio de manera distinta: en casa, en nuestro propio hogar, donde comienzan los problemas.

Nuestra investigación ha demostrado que las fuentes de contaminación por plásticos son ilimitadas, lo que significa que las soluciones también lo son. Sin embargo, no hay una fórmula milagrosa: debemos abordar el problema desde todos los ángulos. Para muchas personas, este mensaje puede resultar abrumador. Los fabricantes de productos deberían preguntarse sobre la conveniencia de cambiar sus envases a otros de plástico biodegradable o de vidrio o papel, o si necesitan redise?ar completamente sus artículos. ?Debería colocar un filtro en mi lavadora o confeccionar ropa de bambú? ?O deberíamos replantearnos completamente la forma en que comercializamos las prendas de vestir? Sabemos que necesitamos todas esas soluciones y más, pero muchos de nosotros también debemos ayudar a concretar qué medidas adoptar y cuándo.

Emily Penn coloca un dispositivo de rastreo en una masa flotante de residuos oceánicos en el giro del Pacífico Norte, 2018. eXXpedition/Lark Rise Pictures

En 2020 creamos una plataforma llamada?, en colaboración con la empresa de software SAP. Esta plataforma está dise?ada para ayudar a las personas y las organizaciones a considerar cientos de formas de abordar la contaminación por plásticos y decidir por dónde empezar. Los usuarios aplican filtros para encontrar soluciones adecuadas para ellos: desde sencillas opciones de consumo hasta iniciativas sectoriales más complejas. SHiFT.how ya se ha utilizado en 146 países y no dejan de incorporarse nuevas soluciones.

Utilizar la tecnología de esta manera nos permite ampliar nuestro impacto haciendo que las soluciones sean accesibles y pertinentes para un número mayor de personas, lo que en última instancia contribuye a impulsar un cambio "desde la base". Si las empresas participan en la innovación y en la puesta en marcha de soluciones nuevas y diversas, podemos crear una economía circular y acercarnos al origen del problema.

La contaminación por plásticos no conoce fronteras políticas o culturales. Todos compartimos el mismo planeta y los problemas globales traspasan las fronteras, lo que significa que las soluciones deben hacer lo propio.

Para mí, avanzar en la resolución de este problema global pasa por adoptar soluciones diversas, trabajar a través de las fronteras y estar preparados para aprovechar las oportunidades y adaptarnos. Esto es lo que diez a?os en el mar me han ense?ado. Debemos ajustar nuestras velas y cambiar el rumbo, ya que nuestra vida realmente depende de ello.

No necesitamos que todos hagamos todo, sino que todos hagamos algo. Ha llegado la hora de que decidamos el papel que queremos desempe?ar. Ha llegado la hora de actuar.

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La Crónica?ONU??no?constituye un registro oficial. Tiene el privilegio de acoger a los altos funcionarios de las Naciones Unidas, así como a distinguidos colaboradores de fuera del sistema de las Naciones Unidas cuyas opiniones no son necesariamente las de las Naciones Unidas. Del mismo modo, las fronteras y los nombres que se muestran y las designaciones utilizadas en los mapas o en los artículos no implican necesariamente un apoyo o una aceptación por parte de las Naciones Unidas.?