15 octubre 2020

La pandemia de COVID-19 ha hecho que el mundo tome conciencia sobre lo interconectado que está el sistema alimentario. Las restricciones de movimiento han impedido el transporte de alimentos de los productores a los consumidores a lo largo de toda la cadena de suministro alimentario. No obstante, las implicaciones de la interrupción del sistema alimentario siguen estando poco claras. Lo que sí sabemos es que no nos podemos permitir que esta crisis sanitaria desencadene una crisis alimentaria.

La inseguridad alimentaria ya era una preocupación mucho antes de la pandemia de COVID-19, pues se en 2019 de que casi el 9?% de la población mundial estaba subalimentada. La pandemia simplemente nos ha hecho ser más conscientes de la urgencia de abordar las necesidades alimentarias de las personas. Esta conciencia se pone de manifiesto por el mayor foco que se ha puesto sobre la seguridad alimentaria. Por ejemplo, la Unión Africana ha adoptado recientemente la .

Este virus amenaza la vida, los medios de subsistencia y, en última instancia, la seguridad alimentaria de las personas. No obstante, también ofrece la oportunidad de acelerar el avance hacia el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS)?2, lograr el hambre cero, imaginando un sistema alimentario que sea inclusivo y que priorice la disponibilidad de alimentos para generaciones futuras. El informe de políticas del Secretario General de las Naciones Unidas titulado "El impacto de la COVID-19 en la seguridad alimentaria y la nutrición" apunta a diversas oportunidades para contrarrestar el impacto de una crisis alimentaria durante esta pandemia. Estas oportunidades están relacionadas entre sí y se refieren a la recopilación de datos, el establecimiento de asociaciones y el fortalecimiento del sistema alimentario.

Datos, asociaciones y sistemas alimentarios reforzados

Se han formulado compromisos de alto nivel para reducir el hambre mediante acuerdos como la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que incluye los ODS. Sin embargo, el progreso ha sido lento porque no se ha otorgado suficiente prioridad a las acciones que se deben llevar a cabo para acabar con el hambre y, en consecuencia, no se han instaurado los sistemas e instituciones necesarios para superar la inseguridad alimentaria y la desnutrición. Del mismo modo, las lagunas en los datos han dificultado la identificación de las personas que sufren inseguridad alimentaria, dónde viven y a qué nivel les afecta. Esta falta de datos ha hecho que muchos países no puedan responder de manera eficaz a las necesidades alimentarias de sus ciudadanos durante esta pandemia.

Todo ello se ve empeorado por una falta de colaboración y coordinación entre los actores del sistema alimentario. Diversas partes interesadas, como agencias humanitarias, gobiernos, instituciones financieras y el sector privado, recopilan datos, pero rara vez los comparten o consolidan en una base de datos central que se pueda utilizar para la toma de decisiones informada. El mundo está entrando rápidamente en la , que ofrece oportunidades de utilizar las tecnologías de la información y la comunicación para una mejor recopilación de datos, supervisión y evaluación. El establecimiento de asociaciones y la coordinación de las funciones de las diversas instituciones implicadas en las actividades en materia de seguridad alimentaria y nutrición resultan esenciales para mitigar cualquier crisis alimentaria. También es vital para evitar la duplicación de esfuerzos y recursos.

El refuerzo de las asociaciones a lo largo de todo el sistema alimentario es fundamental para abordar los problemas que se han producido. Durante esta pandemia, las restricciones del movimiento han llevado a un importante desperdicio de alimentos, lo que ha resultado en pérdidas de ingresos para los productores primarios, como agricultores, ganaderos y pescadores. Al mismo tiempo, los más vulnerables (mujeres y ni?os) sufren hambre, lo que potencialmente puede revertir los logros conseguidos en la reducción de la desnutrición, especialmente entre ni?os menores de cinco a?os. La mejora de los sistemas en que se basa la adquisición de alimentos nutritivos de productores primarios y la garantía de su transporte seguro desde las granjas y su entrega a los más vulnerables son pasos críticos para amortiguar el impacto de una crisis alimentaria. La creación de infraestructuras para almacenar y transportar comida podría ayudar a ello. En última instancia, depende de la mejora de la coordinación y la conectividad a lo largo del sistema alimentario.

Comprendiendo los sistemas alimentarios particulares

Para reducir el impacto de una crisis alimentaria, es necesario comprender que los sistemas alimentarios son específicos de contextos particulares. Por ejemplo, todo el mundo tiene conocimientos del sistema alimentario global, pero muy poca información sobre las oportunidades únicas que ofrece el sistema alimentario africano para prevenir una crisis alimentaria. El proyecto de la Red de investigación sobre sistemas alimentarios de ?frica (FSNet-Africa), un consorcio dirigido por la Universidad de Pretoria, es un ejemplo de red de investigación inclusiva que recurre a socios de diversos países y continentes para generar evidencia con el fin de fundamentar las decisiones políticas de transformación del sistema alimentario africano. FSNet-Africa es un proyecto de excelencia investigadora financiado por el Fondo de Investigación de Desafíos Globales (, por sus siglas en inglés) a través de la asociación de la Alianza Africana de Universidades de Investigación (, por sus siglas en inglés) y el United Kingdom Research and Innovation ().

El informe de políticas del Secretario General se?ala que el cierre de las brechas en los datos, el establecimiento de asociaciones y el refuerzo del sistema alimentario son esenciales para prevenir una crisis alimentaria. Ahora bien, este tipo de respuesta debe continuar tras la crisis. Millones de personas han perdido sus fuentes de ingresos. Los programas de protección social, que incluyan asistencia alimentaria de supervivencia y monetaria, son de necesidad inmediata. No obstante, más allá de estas medidas, se deben implementar sistemas que reviertan el da?o causado por la COVID-19 sobre los medios de subsistencia de las comunidades que probablemente ya se enfrentaban a limitaciones financieras. Para ello, será necesario reorientar los presupuestos nacionales no solo a la sanidad, sino que también se deben hacer inversiones en todo el sistema alimentario.

La pandemia de COVID-19 amenaza la seguridad alimentaria global, pero también ofrece una oportunidad para acelerar el avance hacia dicho objetivo. se celebra cada a?o el 16 de octubre. El lema de este a?o "Nuestras acciones son nuestro futuro" nos recuerda que debemos reflexionar sobre los avances que hemos conseguido en la promoción del hambre cero y utilizar estos logros para proteger nuestros sistemas alimentarios futuros.

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