27 junio 2013

En su solemne Declaraci¨®n del Milenio de 2000, los l¨ªderes mundiales se comprometieron a no cejar en sus esfuerzos para reducir a la mitad el porcentaje de personas que sufren pobreza y hambre en el mundo para 2015. Tan s¨®lo nos quedan siete a?os para cumplir ese trascendental objetivo. A medio camino de esta carrera contra el hambre, la lecci¨®n m¨¢s importante que hemos aprendido es que a¨²n podemos ganarla, aunque para ello deberemos hacer un esfuerzo mucho mayor y m¨¢s constante.


Los avances hacia la consecuci¨®n del primero y m¨¢s importante objetivo de desarrollo del Milenio (ODM) -erradicar la pobreza y el hambre- no han sido uniformes. Por una parte, seg¨²n el Banco Mundial, el porcentaje de la poblaci¨®n mundial que vive en la pobreza extrema pas¨® del 28% en 1990 al 20% en 2003. Por otra parte, el porcentaje de la poblaci¨®n que sufre hambre y desnutrici¨®n en los pa¨ªses en desarrollo, en los que se concentra el hambre, tan s¨®lo experiment¨® un descenso del 3%, pasando del 20% al 17%.


La consecuci¨®n de este objetivo parece a¨²n m¨¢s lejana si se refiere al n¨²mero de personas desnutridas y no a la prevalencia del hambre en el conjunto de la poblaci¨®n. A pesar del r¨¢pido crecimiento econ¨®mico experimentado por China y la India, la regi¨®n de Asia y el Pac¨ªfico sigue albergando al mayor n¨²mero de personas pobres y hambrientas en el mundo. La prevalencia de la desnutrici¨®n en esta regi¨®n s¨®lo es inferior a la de ?frica. En Am¨¦rica Latina y el Caribe se han hecho progresos alentadores, ya que el n¨²mero de personas que padecen hambre se redujo a 52 millones en el per¨ªodo 2001-2003, es decir, aproximadamente un 12% menos que diez a?os antes. No obstante, los avances en Am¨¦rica Central no han sido tan positivos.


En todas las regiones, el Programa Especial de Seguridad Alimentaria (PESA)
-la iniciativa distintiva de la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentaci¨®n (FAO) para combatir el hambre- se est¨¢ aplicando mediante los programas nacionales de seguridad alimentaria (PNSA). Estos programas promueven soluciones eficaces para eliminar el hambre, la desnutrici¨®n y la pobreza en m¨¢s de 100 pa¨ªses de todo el mundo. Se han invertido m¨¢s de 770 millones de d¨®lares de los Estados Unidos procedentes de los donantes y los gobiernos nacionales en los programas de seguridad alimentaria patrocinados por la FAO destinados a promover la responsabilidad nacional y el empoderamiento a nivel local. Casi la mitad de estos programas se desarrollan en el ?frica subsahariana, regi¨®n en la que se observa la mayor concentraci¨®n de personas desnutridas y en la que una de cada tres personas sufr¨ªa hambre cr¨®nica en el per¨ªodo 2001-2003. La situaci¨®n es compleja debido al r¨¢pido crecimiento de la poblaci¨®n y, m¨¢s recientemente, por la vulnerabilidad al cambio clim¨¢tico.


Las Naciones Unidas son conscientes de que esta regi¨®n plantea un problema especial y, por ello, en septiembre de 2007 puso un marcha una nueva iniciativa internacional de desarrollo de alto nivel, denominado el Grupo Directivo sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio en ?frica, para ayudar a ?frica a encaminarse hacia la consecuci¨®n de los objetivos de desarrollo del Milenio. En colaboraci¨®n con la Uni¨®n Africana, la FAO liderar¨¢ este Grupo Directivo, en el que est¨¢n representados varios organismos de las Naciones Unidas y otras importantes organizaciones internacionales y regionales, en materia de agricultura y seguridad alimentaria.


Los esfuerzos para combatir el hambre en ?frica se han visto obstaculizados por desastres naturales y antropog¨¦nicos, como los conflictos y la propagaci¨®n del VIH/SIDA. Y si bien el crecimiento econ¨®mico en varios pa¨ªses africanos ha sido impresionante en los ¨²ltimos a?os, todo indica que el crecimiento por s¨ª solo, en ausencia de medidas concretas para luchar contra el hambre, puede excluir a muchas personas hambrientas, en especial en las zonas rurales.


As¨ª pues, el crecimiento del sector agr¨ªcola es un factor crucial para reducir el hambre y la pobreza, como reconoc¨ªa recientemente el Banco Mundial en su Informe sobre el desarrollo mundial 2008: Agricultura para el desarrollo, que es el primer informe dedicado a la agricultura de los ¨²ltimos 25 a?os. En ¨¦l, el Banco se?ala que "ha llegado la hora de situar la agricultura de nuevo en el centro del desarrollo, teniendo en cuenta el contexto enormemente diferente de oportunidades y desaf¨ªos que ha surgido". Y a?ade que el crecimiento del producto interno bruto (PIB) "que genera la agricultura brinda grandes beneficios a los pobres y resulta al menos dos veces m¨¢s eficaz para combatir la pobreza que el crecimiento generado por otros sectores". De este modo, el crecimiento agr¨ªcola tiene importantes repercusiones sobre otros sectores de la econom¨ªa, por lo que es un elemento crucial para alcanzar los dem¨¢s objetivos de desarrollo del Milenio. Por ejemplo, las actividades de la FAO en este ¨¢mbito contribuyen igualmente a alcanzar el objetivo 7 relativo a la sostenibilidad medioambiental y el objetivo 8 referente al comercio agr¨ªcola.


Volviendo a ?frica, el crecimiento agr¨ªcola y general en esta regi¨®n exige la ejecuci¨®n de un importante programa de desarrollo agr¨ªcola y rural basado en los minifundios que representar¨ªa una "Revoluci¨®n Verde para ?frica" a fin de alimentar a la creciente poblaci¨®n urbana y rural del continente. Los dirigentes africanos refrendaron este objetivo en 2003 cuando se comprometieron a dedicar al menos un 10% de su presupuesto al sector agr¨ªcola durante los siguientes cinco a?os.


La principal prioridad para la agricultura del ?frica subsahariana es la irrigaci¨®n, ya que ¨²nicamente un 4% de las tierras agr¨ªcolas africanas, es decir, diez veces menos que en Asia, cuentan con un sistema de gesti¨®n de los recursos h¨ªdricos. Esta necesidad resulta a¨²n m¨¢s urgente en vista de los crecientes da?os que provoca el cambio clim¨¢tico. Seg¨²n el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Clim¨¢tico (IPCC), el aumento de las temperaturas podr¨ªa causar una reducci¨®n del 50% del rendimiento de las cosechas en algunos pa¨ªses africanos en un a?o tan pr¨®ximo como 2020.


El cambio clim¨¢tico hace que sea m¨¢s importante que nunca desarrollar e introducir variedades vegetales africanas mejoradas y resistentes a la sequ¨ªa. En diversos pa¨ªses africanos, por ejemplo, la FAO colabora en la distribuci¨®n de una nueva variedad de arroz, especialmente adaptada a las dif¨ªciles condiciones de cultivo de ?frica y cuyo rendimiento puede triplicar el de las variedades tradicionales. Sin embargo, para que la agricultura del ?frica subsahariana avance m¨¢s all¨¢ del nivel de subsistencia o llegue a otros mercados fuera de los mercados locales ser¨¢ necesario realizar importantes inversiones en infraestructuras. Cultivar alimentos no es suficiente, sino que ¨¦stos deben transportarse a los mercados nacionales y de exportaci¨®n, lo que exige una infraestructura de transporte y comunicaciones, as¨ª como instalaciones de almacenamiento y refrigeraci¨®n adecuadas.


?C¨®mo puede ayudar la comunidad internacional? Un buen punto de partida ser¨ªa acabar con las diferencias entre la ret¨®rica y los resultados. Un ejemplo de ello es la promesa que hizo el G-8 en 2005 de duplicar la ayuda para ?frica en 2010, promesa que, en la pr¨¢ctica, se tradujo en una reducci¨®n de la asistencia oficial al desarrollo entre 2005 y 2006, al tiempo que se prev¨¦ una ligera reducci¨®n en 2007. Lo que los beneficiarios necesitan no son promesas, por generosas que sean, sino poder planificar la ayuda de una forma continuada y previsible. El establecimiento de calendarios plurianuales para el flujo de la ayuda a los pa¨ªses beneficiarios ser¨ªa un importante paso en esa direcci¨®n. Y mientras se habla sin cesar del objetivo de salir de la pobreza mediante el comercio, la Ronda de negociaciones comerciales de Doha contin¨²a en un punto muerto que impide a los pa¨ªses pobres aprovechar plenamente las oportunidades que les ofrecen los mercados globalizados. Por ello es indispensable adoptar pronto medidas para llevar estas negociaciones a t¨¦rmino con ¨¦xito.


El crecimiento econ¨®mico sin precedentes de China y la India y de las econom¨ªas emergentes ha tenido importantes repercusiones en el panorama internacional. El comercio entre los pa¨ªses del Sur ha creado nuevos mercados para productos, bienes y servicios procedentes de los pa¨ªses en desarrollo y un fuerte incremento de la inversi¨®n extranjera directa en ?frica, que alcanz¨® la cifra r¨¦cord de 38.000 millones de d¨®lares de los Estados Unidos en 2006, aunque una m¨ªsera parte de esta cantidad fue destinada a la agricultura. Recientemente, el aumento de la demanda de productos b¨¢sicos en las econom¨ªas emergentes ha sido responsable en parte de un pronunciado aumento de los precios de los alimentos. Dicho aumento tiene implicaciones para la seguridad alimentaria de los pobres. Los pa¨ªses importadores de alimentos y energ¨ªa en particular tienen que hacer frente a la doble carga del incremento de las importaciones de alimentos y petr¨®leo. Pero no debemos olvidar que el aumento de precios tambi¨¦n puede hacer que suban los ingresos de los agricultores, lo que podr¨ªa dar lugar a una importante reducci¨®n de la pobreza y el hambre a largo plazo. Sin embargo, ese objetivo s¨®lo podr¨¢ alcanzarse si abordamos pronto las prioridades en materia de agua, infraestructura y comercio.


De forma similar, debemos asesorar a los pa¨ªses en desarrollo para que adopten las pol¨ªticas pertinentes en vista del r¨¢pido crecimiento del mercado de la bioenerg¨ªa. Los pa¨ªses en desarrollo no aprovechar¨¢n plenamente las posibilidades que ofrece la bioenerg¨ªa mientras la mayor¨ªa de los pa¨ªses de la Organizaci¨®n de Cooperaci¨®n Econ¨®mica y el Desarrollo (OCDE) sigan manteniendo elevados aranceles para proteger a sus propios productores.


Los pa¨ªses en desarrollo de ?frica y otras partes del mundo realizan actualmente extraordinarios avances para salir de la pobreza. Ghana, por ejemplo, ya ha alcanzado los objetivos de desarrollo del Milenio relativos al hambre, y otros doce pa¨ªses han reducido el n¨²mero de personas desnutridas. Al tiempo que facilitamos a los pa¨ªses en desarrollo la financiaci¨®n, tecnolog¨ªa, conocimientos y experiencia que necesitan para seguir progresando, no debemos cejar en nuestros esfuerzos para que puedan competir en la arena internacional en condiciones justas.


A¨²n podemos alcanzar los objetivos de desarrollo del Milenio en los pr¨®ximos siete a?os, siempre que estemos dispuestos a renuncia a ego¨ªsmos mezquinos, a redoblar nuestros esfuerzos y a aprovechar plenamente las nuevas oportunidades que se nos presentan. Por su parte, la FAO, en estrecha colaboraci¨®n con el Programa Mundial de Alimentos, el Fondo Internacional de Desarrollo Agr¨ªcola y otros organismos de las Naciones Unidas, y en cooperaci¨®n con el sector privado y otras instituciones p¨²blicas y organizaciones no gubernamentales, mantiene m¨¢s que nunca su compromiso con esta trascendental tarea.

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