26 febrero 2010

Llam谷mosla Magda. Es un nombre ficticio, pero su historia es real. Naci車 en Lesotho hace 35 a?os. Su vida es un ejemplo de violencia f赤sica, sexual y psicol車gica contra la mujer. La abuela de Magda fue adoptada por unos campesinos pobres y emigr車 con ellos desde el Estado Libre de Orange, que en aquella 谷poca era el n迆cleo de la ideolog赤a del apartheid. La pobreza extrema la oblig車 a regresar a Sud芍frica para trabajar, dejando a sus hijos atr芍s, con sus abuelos. La madre de Magda solo ten赤a 15 a?os cuando naci車 su hija. Tras ser abandonada por un marido violento, sigui車 los pasos de su madre y cruz車 la frontera en busca de trabajo. Magda qued車 al cuidado de su abuela y su t赤o que, al ser el hombre de m芍s edad de la casa, era considerado el cabeza de familia.

A Magda le gustaba la escuela, pero a menudo faltaba a clase debido a obligaciones dom谷sticas como recoger le?a o limpiar la casa. Su t赤o se embriagaba a menudo y abus車 sexualmente de ella cuando ten赤a 7 a?os. Durante los ocho a?os siguientes, Magda se vio sometida con regularidad a relaciones sexuales forzadas. Pronto comprendi車 que no recibir赤a apoyo de su abuela que, cuando se enter車 de lo que ocurr赤a, le dijo que no pod赤a oponerse a la autoridad de su hijo.

Un d赤a, la madre de Magda regres車 y, al descubrir la situaci車n, se llev車 a la muchacha a la provincia de Natal, donde se hab赤a establecido despu谷s de un nuevo matrimonio. Sin embargo, haciendo alusi車n a que era su hija quien trataba de seducir a los hombres, la advirti車 de que la matar赤a si se acostaba con su nuevo marido. Con todo, no transcurri車 mucho tiempo antes de que el padrastro de Magda abusase de ella cuando la madre se ausentaba. Eran a?os de inestabilidad pol赤tica en el pa赤s y se viv赤an los 迆ltimos momentos del apartheid. El padrastro de Magda participaba en las actividades de la guerrilla y la adolescente le tem赤a. La madre de Magda nunca intervino, pese a que posiblemente sab赤a lo que estaba sucediendo. Al cabo de tres a?os, finalmente Magda huy車 a Johannesburgo. Ten赤a 18 a?os.

En la ciudad, su t赤a la inici車 en lo que se llama eufem赤sticamente "sexo de transacci車n". Fueron a un bar y Magda tuvo que escoger a un hombre que ser赤a su "novio". A cambio de tener relaciones sexuales, pasaba la noche clandestinamente con 谷l en el cuarto de un hotel donde trabajaba de cocinero. De d赤a, se buscaba la vida en las calles del barrio como prostituta al acecho de clientes para poder comprar algo de comida. As赤 transcurrieron seis meses, hasta que encontr車 trabajo de sirvienta con una familia de color que tambi谷n la someti車 a explotaci車n, aunque de otro tipo. M芍s adelante, Magda se enamor車 de un joven de la Provincia Septentrional y, juntos, decidieron instalarse en una choza en un barrio segregado. Sin embargo, su vida comenz車 a deteriorarse poco despu谷s. Su marido se embriagaba a menudo y luego peleaban. Cuando se separaron estaba embarazada. Su hijita enferm車 a los pocos meses de nacer. Los m谷dicos diagnosticaron SIDA. Magda tambi谷n dio positivo en la prueba de VIH. Su beb谷 muri車 antes de cumplir
1 a?o de edad.

Sumida en el dolor de esa p谷rdida, aislada y estigmatizada, la joven cay車 tambi谷n enferma. En aquel momento, trabajaba para una organizaci車n no gubernamental que prestaba asistencia domiciliaria a seropositivos y se hab赤a afiliado a una red de activistas contra el SIDA, la Campa?a pro Tratamiento. Gracias a su relaci車n con esos grupos, fue incluida en un ensayo cl赤nico de f芍rmacos antirretrovirales que todav赤a no estaban disponibles en el sistema de atenci車n sanitaria p迆blica. La salud de Magda mejor車 r芍pidamente. Quer赤a ser madre y pronto qued車 embarazada. Su hijo, que naci車 seg迆n el protocolo para la prevenci車n de la transmisi車n del VIH de madres a hijos, recibi車 el apodo de Nevirapine (como el f芍rmaco antirretroviral administrado en el protocolo). Como militante contra la epidemia, fue entrevistada en diversas ocasiones en la prensa y la televisi車n y se convirti車 en una hero赤na de la causa contra el SIDA.

La vida de Magda ilustra los estrechos lazos que existen entre el contexto hist車rico y la experiencia cotidiana, entre los factores macrosociales y las interacciones microsociales, en el fen車meno de la violencia contra la mujer. Para buscar trabajo, como tantas otras mujeres del 芍mbito rural en aquella 谷poca, la madre de Magda la dej車 al cuidado de una abuela d谷bil y un t赤o incestuoso, repitiendo as赤 su propia trayectoria. El ciclo de abusos f赤sicos y sexuales, por parte de parientes y de diversas parejas, se repite de una generaci車n a otra. Es el resultado, en parte, de las acciones individuales (familiares o amigos "malos"), pero sobre todo de lo que Paul Farmer denomina violencia estructural (disparidades sociales y falta de inter谷s del gobierno). La dominaci車n masculina y la violencia machista se convierten, as赤, en parte de la vida cotidiana, al igual que la explotaci車n econ車mica y la segregaci車n racial. De hecho, ambos tipos de fen車menos est芍n relacionados. El sistema pol赤tico y social de los blancos impone unas limitaciones materiales y espaciales terribles a las familias negras, afecta a las relaciones entre familiares y dentro del matrimonio, priva a los hombres de sus prerrogativas habituales y somete a las mujeres a determinadas condiciones laborales. En condiciones extremas y sin protecci車n del Estado, la relaci車n entre el contrato social y el contrato sexual, en t谷rminos de Veena Das, se rompe. El sexo de supervivencia (mantener relaciones sexuales a cambio de alimentos y cobijo) es la degradaci車n m芍xima no s車lo del cuerpo, sino tambi谷n de la vida humana.

Desde luego, el caso de Magda representa un extremo. Ahora bien, s車lo exacerba la violencia potencial que existe en todos los contextos caracterizados por una combinaci車n de pol赤ticas neoliberales y represivas, por ejemplo, la vulnerabilidad pol赤tica y dom谷stica de las mujeres inmigrantes o refugiadas en los pa赤ses occidentales hoy d赤a. En ambas configuraciones, el Estado no s車lo permite indirectamente que se ejerza violencia, sino que la provoca tambi谷n directamente, en la apertura de la sociedad, as赤 como en la intimidad de las relaciones sexuales. Entender la violencia en estos t谷rminos es claramente contrario a considerarla en t谷rminos de naturalizaci車n (la violencia es inherente a la naturaleza humana) o la culturalizaci車n (la violencia forma parte de la cultura africana). El mito seg迆n el cual las relaciones sexuales con una virgen curan el SIDA, por ejemplo, sigue circulando en el ?frica meridional y otras zonas, propiciando la violaci車n de ni?as, incluso de beb谷s, por hombres que, creyendo purificarse contra la enfermedad, se aferran a la creencia de que la virginidad de la v赤ctima puede sanarles. Los abusos sexuales que sufri車 Magda durante su infancia y adolescencia no s車lo se produjeron antes de la propagaci車n de la epidemia, sino que, en 迆ltima instancia, reflejan la sombr赤a realidad de la violencia machista cotidiana, la ambig邦edad y la complicidad de los familiares (incluidas la madre y la abuela) y la perspectiva hist車rica y social m芍s amplia que dan pie a estas situaciones tr芍gicas y comunes. Naturalmente, consideraci車n no es sin車nimo de determinaci車n y no puede decirse que este tipo de violencia se produzca autom芍ticamente como consecuencia de hechos hist車ricos y sociales: los abusos sexuales se producen en todos los sectores de la sociedad, en Sud芍frica y en el resto del mundo. Es parte integrante de lo que Pierre Bordieu analiza, m芍s all芍 del contexto y la clase, como dominaci車n masculina.

Para terminar, volviendo a Magda, es loable que, a diferencia de muchas otras mujeres en circunstancias similares, haya podido no s車lo reconstruir su vida despu谷s de una prolongada sucesi車n de actos violentos, sino crear, a partir de su dolorosa experiencia, una subjetividad pol赤tica entregada a una causa colectiva, que desde ahora representa.

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