28 julio 2010

Es muy apropiado examinar la evoluci¨®n de la epidemia del VIH/SIDA en el contexto de la salud mundial. Uno de los aspectos fundamentales de la salud mundial como disciplina de estudio y pr¨¢ctica es que busca no solo la mejora general de la salud en el mundo sino que, lo que es m¨¢s importante, procura reducir las desigualdades entre los pueblos -- desigualdades que en definitiva representan injusticias. No habr¨¢ una mejora sustancial en la salud mundial a menos que exista a la vez un concepto de salud internacional, en el sentido de que las naciones y sus integrantes colaboren entre s¨ª. El ¨¦xito en la lucha contra el VIH es, y por cierto seguir¨¢ siendo, una magn¨ªfica demostraci¨®n de la capacidad de las naciones de cooperar entre s¨ª, y las caracter¨ªsticas de la infecci¨®n ponen claramente de manifiesto las injusticias que existen tanto entre los pa¨ªses como dentro de ellos, injusticias que deben ser eliminadas.

No obstante, debe prestarse m¨¢s atenci¨®n al mensaje del t¨ªtulo, que da a entender que o ganamos o perdemos. Una interpretaci¨®n posible es que se trata de un caso de "todo o nada" y que el enfoque utilizado en la lucha contra el VIH, al igual que en muchas otras enfermedades, es el de una batalla, por utilizar una analog¨ªa militar. Se da a entender que la batalla se libra contra el agente del enemigo y que la victoria conlleva el completo aniquilamiento del agente. Sin embargo, las batallas no son cr¨®nicas: terminan con la victoria de un bando y la derrota del otro. Hasta la fecha, la historia de la salud p¨²blica ofrece un solo ejemplo de batalla ganada, en el sentido de erradicar una enfermedad de la faz de la tierra: la viruela. Las dificultades que plantea la eliminaci¨®n de otras dos enfermedades virales -- el sarampi¨®n y la poliomielitis -- para las cuales existen herramientas adecuadas, debe moderar la esperanza de que realmente puede erradicarse el VIH aunque, al igual que la viruela, solo los seres humanos pueden ser portadores. El peligro que conlleva este enfoque respecto a numerosas enfermedades, y en particular el VIH, es que crea un entorno en el que a menos que se logre una victoria absoluta queda la sensaci¨®n de fracaso. Me preocupa parte de la ret¨®rica seg¨²n la cual los esfuerzos por controlar la epidemia del SIDA son un fracaso, pues no lo son.

La mejor forma de evaluar los avances realizados en la lucha contra la propagaci¨®n del VIH/SIDA consiste en examinar diversos hitos y objetivos espec¨ªficos y demostrar que se est¨¢n alcanzando. Prevenir la transmisi¨®n de madre a hijo constituye un ejemplo de objetivo que se puede alcanzar perfectamente, como ha quedado demostrado, por ejemplo, en algunos pa¨ªses del Caribe. En el conjunto de esta regi¨®n, los ¨ªndices de prevenci¨®n de la transmisi¨®n de madre a hijo han pasado del 22% en 2003 al 52% en 2008, y los pa¨ªses se han comprometido a reducir esta forma de transmisi¨®n a menos del 5% a m¨¢s tardar en 2015. La eliminaci¨®n de la transmisi¨®n del VIH por medio de la sangre y los hemoderivados en el Caribe es otro ejemplo sencillo pero concreto de un objetivo alcanzado. La cobertura con terapia antirretroviral, que era de alrededor del 1% en 2003, aument¨® al 51% en 2008. Quiz¨¢s el principal indicador del progreso sea la posibilidad de prolongar la vida de los pacientes de SIDA. El Dr. Anthony Fauci, un prestigioso inmun¨®logo de los Estados Unidos que ha realizado importantes aportes a la investigaci¨®n sobre el SIDA, dijo al respecto lo siguiente: "En el per¨ªodo desde que apareci¨® el VIH, pasamos de una esperanza de vida de 26 semanas a una esperanza de vida de 40 a?os".

Buena parte del ¨¦nfasis en la victoria obedeci¨® a la posibilidad de crear una vacuna eficaz para prevenir la infecci¨®n. Parte de la euforia en torno a una posible vacuna tiene sin duda su origen en la esperanza de que por medios qu¨ªmicos los seres humanos puedan verse liberados de la necesidad de actuar con responsabilidad a la hora de mantener relaciones sexuales. De esa forma, la actividad sexual ya no acarrear¨ªa riesgos. En cierto aspecto ser¨ªa an¨¢logo a la liberaci¨®n que supuso la disponibilidad de la p¨ªldora anticonceptiva. A¨²n no existe una vacuna eficaz y las perspectivas de que as¨ª suceda parecen ser remotas. Habida cuenta de las cifras frecuentemente citadas de que por cada persona a quien se administran medicamentos antirretrovirales hay seis nuevas infecciones, as¨ª como al hecho ineludible de que sigue aumentando el n¨²mero de personas que podr¨ªan recibir tratamiento, la posibilidad de control -- m¨¢s que de una victoria inmediata -- depender¨¢ de la aplicaci¨®n de medidas preventivas eficaces. La victoria o la derrota se determinar¨¢n en funci¨®n del grado de aplicaci¨®n de las medidas preventivas, incluso si estas son imperfectas y aunque la ciencia de la prevenci¨®n no sea de las m¨¢s "fascinantes" ni su financiaci¨®n est¨¦ garantizada.

Sin embargo, existe un enorme entusiasmo entre los trabajadores de la salud que asisten a pacientes del VIH de que se pueden establecer y alcanzar objetivos de prevenci¨®n viables a corto y medio plazo, y que el proceso de prevenci¨®n, tratamiento, cuidado y apoyo constituye m¨¢s que un eslogan. Para que este proceso sea eficaz, debe haber una mayor actuaci¨®n internacional concertada y ha de aceptarse que ning¨²n aspecto del proceso es intr¨ªnsecamente m¨¢s importante que los dem¨¢s.

Un consorcio internacional de asociados, conocido como aids2031, analiza las posibles situaciones que podr¨ªan tener lugar de aqu¨ª a 2031, a?o que marca el cincuentenario del primer caso de VIH/SIDA del que se inform¨®. Pinta un panorama sombr¨ªo pero realista de las medidas que se deben adoptar para hacer frente a la epidemia del VIH/SIDA. Har¨¢n falta una mayor financiaci¨®n, nuevos medicamentos antirretrovirales, y una aplicaci¨®n m¨¢s amplia de las medidas de prevenci¨®n cuya eficacia se conoce, por ejemplo, la utilizaci¨®n de preservativos y la circuncisi¨®n masculina. Habr¨¢ que abogar m¨¢s en¨¦rgicamente por los derechos humanos de las personas con VIH y reducir el estigma y la discriminaci¨®n asociados a la infecci¨®n. Ser¨¢ fundamental que no nos sometamos a la tiran¨ªa de los n¨²meros. Se trata de tareas ingentes pero no imposibles, para un mundo que ha demostrado su capacidad de hacer el bien o hacer el mal por medio de la cooperaci¨®n.

Por consiguiente, yo dir¨ªa que nuestras "victorias" podr¨¢n ser peque?as y graduales, pero sin duda alguna en fecha pr¨®xima se categorizar¨¢ y gestionar¨¢ la infecci¨®n del VIH simplemente como otra enfermedad cr¨®nica, y es posible que esa sea la victoria que celebraremos en un futuro no muy lejano.

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