16 de septiembre de 2021

El 17 de septiembre, la comunidad internacional celebra el Día Mundial de la Seguridad del Paciente. Resulta aterrador comprobar los altos niveles que todavía muestran las tasas de mortalidad y morbilidad materna y neonatal a escala mundial. Solo en 2017,  durante el embarazo y el parto o después de estos. En 2019  cada día, . Cada día nacen muertos cerca de 

La mayor parte de esta carga humana recae en países de ingreso bajo y mediano, en personas que viven en contextos de conflicto y entre poblaciones de personas refugiadas y desplazadas internas. El vínculo con el conflicto es particularmente claro: la mortalidad materna aumenta en . La COVID-19 ha acentuado todavía más la vulnerabilidad de estas comunidades debido a la interrupción de los servicios de salud. De hecho,  de los 121 países encuestados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) se?alaron que los servicios esenciales de salud sexual, reproductiva, materna, neonatal, infantil y adolescente, así como los de nutrición, se vieron interrumpidos por la pandemia.  experimentaron fuertes aumentos de la mortalidad materna en dicho período. Los resultados fetales también han empeorado: .

Sin embargo, muchas de estas muertes podrían evitarse simplemente con una mayor seguridad de los pacientes y unos cuidados respetuosos. Las prácticas de riesgos y los errores relacionados con la medicación son la principal causa de da?os y perjuicios evitables en los sistemas sanitarios de todo el mundo. Cada a?o, las prácticas asistenciales de riesgo  en los países de ingreso bajo y mediano. A escala mundial,  pacientes sufren da?os en los servicios de atención primaria y ambulatoria. En el conjunto de los países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos, el  de la actividad y los gastos hospitalarios tiene su origen en estas situaciones adversas.

Proporcionar cuidados respetuosos significa dar respuesta a las necesidades de las personas y las comunidades, así como tener plenamente en cuenta los puntos de vista y las preferencias de las mujeres. Por desgracia, sin embargo, muchas mujeres que dan a luz reciben un trato de riesgo, irrespetuoso, ofensivo o negligente. Algunas experimentan directamente abusos, falta de confidencialidad y graves violaciones de su privacidad. A otras se les deniega la admisión en los centros de salud o son abandonadas hasta el punto de que sufren complicaciones totalmente evitables que ponen en peligro su vida. Además de la repercusión directa que tienen en las mujeres afectadas, estos cuidados de riesgo e irrespetuosos socavan la reputación de las organizaciones, la moral del personal y la confianza de la ciudadanía, además de desalentar a la población de acudir a los servicios de salud cuando los necesita.

Un estudio financiado por la OMS y publicado en The Lancet reveló que  que acudieron a 12 centros de salud (tres en cada país) de Ghana, Guinea, Myanmar y Nigeria denunciaron malos tratos al dar a luz entre 2016 y 2018. Pese a que la falta de respeto y los abusos pueden producirse a lo largo de todo el embarazo y prolongarse hasta el posparto, las mujeres son particularmente vulnerables durante el parto. El riesgo es aún mayor en el caso de las mujeres más jóvenes y con menor nivel educativo, y los abusos que sufren tienen a menudo consecuencias directas y adversas para ellas y sus hijos.

Aunque las prácticas irrespetuosas ya existían con anterioridad y se han documentado en todo tipo de contextos, su frecuencia ha aumentado durante la pandemia de COVID-19. : eliminación de acompa?antes durante el parto y prohibición de visitas; separación de las madres que dan positivo en las pruebas de detección de la COVID-19 y sus bebés, impidiéndoles además amamantarlos; aumento de la dilatación o práctica de cesáreas contraindicadas para controlar la duración de los partos; y reducción de la duración de la estancia y de las visitas de seguimiento domiciliario.

Los profesionales sanitarios son la piedra angular de unos cuidados seguros y de alta calidad. Sin ellos y ellas no podríamos proporcionar atención alguna y mucho menos hacer que esta fuera segura o respetuosa. Por lo tanto, debemos fortalecer nuestros recursos humanos, mediante la educación y la capacitación, para desarrollar y mantener una plantilla competente, compasiva y comprometida. Necesitamos urgentemente actuar en múltiples sectores, aumentar la cantidad y la distribución del personal y proporcionarle una supervisión basada en el apoyo, una remuneración justa y protección frente al acoso y la intimidación en un entorno seguro y eficaz.

Durante la pandemia, el vínculo entre la seguridad de los pacientes y los profesionales sanitarios ha quedado más patente que nunca. El personal sanitario ha experimentado una ansiedad y un estrés mayores, cargas de trabajo más elevadas y un gran desgaste profesional, lo que ha repercutido en la calidad de la atención. La vacunación de los trabajadores sanitarios, que son las personas más expuestas al riesgo de contraer la COVID-19, es crucial. Sin embargo, en la actualidad,  –profesionales sanitarios incluidos– han sido vacunadas con al menos una dosis. Debemos corregir este problema.

También necesitamos con urgencia más asistentes de obstetricia. Este personal es uno de los medios más eficaces en función de los costos para lograr una cobertura total de los servicios esenciales de salud sexual, reproductiva, materna, neonatal, infantil y adolescente, así como de garantizar la libertad reproductiva a las mujeres. Reduce las infecciones y tiene la capacidad de acabar con la mortalidad materna y las muertes de recién nacidos evitables. No obstante, a pesar de su importancia, hay  de las que necesitarán los servicios esenciales de salud sexual, reproductiva, materna, neonatal, infantil y adolescente de aquí a 2030.

La atención materna y la atención neonatal también están vinculadas de manera muy clara e indisociable. La integración de ambas y la priorización de unos cuidados seguros y respetuosos ejercen un efecto profundo y positivo en la salud y el bienestar de las madres y los recién nacidos, además de ofrecer numerosos beneficios indirectos. En consecuencia, debemos abordar explícitamente la seguridad y cerciorarnos de que los servicios e intervenciones de atención materna y neonatal sean respetuosas y estén correctamente integradas, garantizando que se prioricen en los planes de preparación y respuesta.

Todas estas inversiones en apoyo al embarazo, el parto y el primer mes de vida : salvarán la vida a muchas madres y recién nacidos, reducirán el número de casos de discapacidad y allanarán el camino para un óptimo desarrollo infantil y para el bienestar a lo largo de toda la vida.

La Alianza para la Salud de la Madre, el Recién Nacido y el Ni?o (ASMRN) ejerce un papel de liderazgo en este sentido. Nuestra asociación está formada por más de 1.000 organizaciones con una visión compartida: garantizar la salud y el bienestar de las mujeres, los ni?os y los adolescentes. Un elemento clave de nuestra  consiste en dar prioridad a las políticas, la prestación de servicios y la financiación en favor de una atención de la salud materna y neonatal segura, respetuosa y de alta calidad. Además, en nuestro llamamiento a la acción contra la COVID-19 instamos específicamente a que las madres y los recién nacidos reciban mejores servicios y una atención de mayor calidad, así como a mejorar los recursos humanos y los centros asistenciales en el ámbito sanitario. 

No obstante, el mundo en general tiene todavía mucho por hacer. Cuanto más esperemos, más mujeres y ni?os morirán innecesariamente. No tenemos tiempo que perder.

 

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