19 agosto 2020

En diciembre de 2017, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó una resolución por la que proclamaba el 21 de agosto como el Día Internacional de Conmemoración y Homenaje a las Víctimas del Terrorismo ().? Fue una ocasión memorable para los defensores de las víctimas del terrorismo y formaba parte de una serie de avances a nivel internacional, regional y nacional, que demostraban que el apoyo a las víctimas finalmente había transcendido la solidaridad simbólica hacia iniciativas más centradas en la acción para defender sus derechos humanos y abordar sus necesidades.

Este Día Internacional garantiza que cada a?o nos detenemos a reflexionar, recordar y reafirmar nuestro compromiso con el apoyo a las víctimas del terrorismo, un grupo que a menudo se siente marginado e ignorado. Justo tras producirse los ataques suele haber una efusión de aflicción, compasión y solidaridad con las víctimas, lo que puede dar la impresión de que se están atendiendo sus necesidades. Por desgracia, no siempre es así. En el vertiginoso ciclo informativo de nuestros días, disminuye rápidamente la atención de los medios a las víctimas para orientarse más hacia los atacantes. Este desequilibrio se traduce en que muchas víctimas permanecen en el anonimato y sin una plataforma a través de la que buscar justicia, reconocimiento y apoyo.

A pesar de los progresos realizados en los últimos a?os en la defensa de las víctimas del terrorismo, aún queda mucho trabajo por hacer por parte de los Estados Miembros para garantizar que sus necesidades y derechos se priorizan como debe ser. Muchas víctimas reciben tratamiento, asesoramiento y compensación de emergencia justo después del ataque, pero convertirse en una víctima del terrorismo tiene consecuencias de por vida que pueden sentirse durante generaciones. La??de la Asamblea General de junio de 2019 pide a los Estados Miembros que establezcan planes nacionales de asistencia para las víctimas que aborden sus necesidades de asistencia y rehabilitación de por vida y tengan en cuenta una perspectiva de género. Mi Oficina está estudiando cómo llevar a la práctica este llamamiento apoyando los esfuerzos de los Estados Miembros por ofrecer mejoras reales y sostenibles en el tratamiento de las necesidades a largo plazo de las víctimas y sus familias. Por ejemplo, estamos trabajando con la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito y con la Unión Interparlamentaria para desarrollar disposiciones legales modelo que garanticen que los derechos y las necesidades de las víctimas se recogen en los marcos jurídicos nacionales. Esto representa un importante paso adelante en nuestros esfuerzos por permitir a las víctimas participar en procesos judiciales, obtener un mejor acceso a servicios médicos básicos (incluida asistencia psicosocial) y recibir compensaciones y reparaciones adecuadas.

La crisis de la COVID-19 ha a?adido otro nivel de complejidad y preocupación para las víctimas del terrorismo. Muchas víctimas pueden sentir que las amenazas provocadas por la pandemia pueden desencadenar reacciones traumáticas similares a las asociadas con el ataque terrorista, como un resquebrajamiento de su sentido de seguridad y protección. Al mismo tiempo, preocupa el hecho de que, al centrarse lógicamente en la lucha contra la pandemia, los Estado Miembros han desviado la atención y los recursos de la protección, el apoyo y el recuerdo de las víctimas. Esto ha tenido un impacto perjudicial en el acceso de las víctimas a la justicia y al apoyo legal, financiero y psicosocial con que contaban.

Mi Oficina sigue apoyando a las víctimas del terrorismo, especialmente durante estos duros momentos, y hemos hecho un llamamiento a los Estados Miembros para que implementen acciones tangibles orientadas a garantizar que los derechos y las necesidades de las víctimas siguen siendo una prioridad. Sin embargo, algunos de nuestros socios, especialmente asociaciones de víctimas, nos han transmitido el temor de estas a ser olvidadas y no ser escuchadas. Por esta razón, en esta tercera conmemoración del Día Internacional, el 21 de agosto de 2020, nos centraremos en homenajear a aquellos que han perdido sus vidas y en recordar a aquellos que han sobrevivido. En un momento en que se han cancelado o pasado a celebrarse en línea tantas ceremonias de recuerdo y conmemoración, lo que priva a las víctimas del apoyo y el consuelo físicos que tanto necesitan, este Día Internacional representa una oportunidad para el mundo de unirse y solidarizarse con todas las víctimas y supervivientes.

Tenemos el deber moral y la responsabilidad de aprovechar los progresos logrados en los últimos a?os y aumentar nuestro apoyo a las víctimas del terrorismo, especialmente en tiempos de crisis.?A nivel internacional, estos progresos se reflejan en la?, aprobada el a?o pasado, por la que se pide un refuerzo de la cooperación internacional para apoyar a las víctimas del terrorismo. También reconoce el papel fundamental que desempe?an las organizaciones de la sociedad civil en el apoyo a la recuperación de las víctimas, que, por desgracia, se ha visto interrumpido por la pandemia y ha derivado en el agotamiento de la financiación y la suspensión o la prestación en línea de los servicios. Para garantizar que las víctimas reciben el apoyo que necesitan durante la crisis de la COVID-19 y posteriormente, es necesario que haya una acción decisiva a nivel nacional e internacional, que combine los recursos y la experiencia de los Estados Miembros, el sector privado y la sociedad civil, incluidas las asociaciones de víctimas, las organizaciones de derechos humanos y el sector académico. El?Grupo de Amigos de Víctimas del Terrorismo, una iniciativa de más de 40?misiones permanentes de Estados Miembros ante las Naciones Unidas en Nueva York, y el establecimiento de una Unidad de la Sociedad Civil en mi Oficina, la Oficina de las Naciones Unidas de Lucha contra el Terrorismo, son buenos ejemplos de esta colaboración fortalecida.

La nueva ola de COVID-19 puede abrir los informativos de hoy, pero desafíos globales como el terrorismo siguen destruyendo vidas y comunidades enteras. Le debemos a cada víctima y a cada superviviente del terrorismo la protección y la promoción de sus derechos humanos, la amplificación de sus voces y la defensa de su dignidad, de forma que puedan curarse, recuperarse y rehacer sus vidas. A pesar de los muchos retos a que nos enfrentamos en estos tiempos inciertos, el apoyo y el recuerdo de las víctimas siempre será una prioridad fundamental para mi Oficina y para todas las Naciones Unidas. Solo reconociendo el trágico y devastador impacto del terrorismo, podremos trabajar por el fomento de la paz y por el logro de un mundo sin el azote del terrorismo.

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