El SIDA es un flagelo cuyo efecto sigue siendo letal para las conquistas, las esperanzas y las aspiraciones de personas, familias, comunidades y naciones en todos los 芍mbitos: f赤sico, cultural, social, econ車mico, pol赤tico y de salud espiritual; es, probablemente, un fen車meno establecido que no requiere extensos debates.
La comunidad religiosa mundial ha hecho algunos progresos notables en la lucha contra la propagaci車n del VIH/SIDA recurriendo a mensajes informados y dirigidos a cada persona, como los denominados Estrategias ABC, Abstinencia, Guardar fidelidad, y Utilizaci車n del preservativo, as赤 como a pol赤ticas, programas y presupuestos sencillos, moralmente atractivos, convenientes en lo pol赤tico, flexibles desde el punto de vista financiero y de importancia cient赤fica. Para que el 谷xito frente al VIH/SIDA sea mayor y m芍s sostenible es preciso ampliar estos mensajes y programas, y abordar la epidemia con una 谷tica multisectorial y de varios niveles y dimensiones que reduzca simult芍neamente el estigma, la verg邦enza, la negaci車n, la discriminaci車n, la inacci車n y la acci車n equivocada que todav赤a se asocian al VIH, promoviendo a la vez el modelo SAVE (su sigla en ingl谷s), que consiste en pr芍cticas m芍s seguras, disponibilidad de los medicamentos, ex芍menes solicitados de forma voluntaria y empoderamiento por medio de la educaci車n, a nivel personal, familiar, local, comunitario, nacional, regional y mundial. Es preciso actuar de esta manera si hemos de detener de modo significativo, invertir y, en 迆ltima instancia, superar toda nueva infecci車n relacionada con el SIDA antes de que el virus pueda celebrar de modo triunfante y devastador su quincuag谷simo aniversario en 2031.
Habida cuenta del nivel de conocimientos y avances cient赤ficos alcanzado, las nuevas infecciones y muertes relacionadas con el VIH/SIDA, que son en principio prevenibles y controlables, siguen siendo desconcertantes y escandalosas. Resultan humillantes para los pueblos, los dirigentes y las comunidades religiosas que creen que es posible una realidad mejor, libre de estas calamidades, sobre todo porque en teolog赤a la primera acepci車n de la palabra salvaci車n es salud y florecimiento humanos.
En su Informe sobre la epidemia mundial del SIDA de 2010, el ONUSIDA record車 al mundo que la realizaci車n de la visi車n de cero nuevas infecciones con el VIH, cero discriminaci車n y cero nuevas muertes relacionadas con el SIDA exigir赤a un riguroso examen de las estructuras, las creencias y los sistemas de valores de la sociedad que obstaculizan las actividades eficaces de prevenci車n del virus. Debemos tomar en serio este recordatorio como personas, comunidades y l赤deres religiosos. Quienes ocupamos posiciones de direcci車n en nuestras comunidades religiosas debemos erguirnos, vestir nuestros atuendos prof谷ticos y los propios de nuestro ministerio y decir toda la verdad sobre el estigma relacionado con el SIDA.
El mundo del SIDA est芍 necesitado de enfoques que sean capaces de atraer no solo a personas competentes en cuestiones relacionadas con la epidemia, sino tambi谷n a familias, comunidades y naciones competentes en la materia. Necesitamos enfoques que provengan de un paradigma de direcci車n pol赤tica, social, moral, espiritual, teol車gica y filos車fica, junto con una visi車n del mundo que haga hincapi谷 en la importancia de la responsabilidad compartida frente a los desaf赤os comunes. Esa visi車n ha de tomar en serio las relaciones humanas, y reconocer que la mayor parte de las situaciones y realidades de nuestra comunidad global que hacen peligrar la vida o que la acortan, la niegan o la despilfarran no suceden por azar, por dictado del destino, por decisi車n personal ni por la voluntad de Dios, como han afirmado insistentemente algunos te車logos, educadores y predicadores en relaci車n con el SIDA.
Ya es de todos conocido que si las personas, familias y comunidades en riesgo o vulnerables no adoptan conductas y pr芍cticas seguras es porque padecen limitaciones socioculturales, educacionales, espirituales, doctrinales, teol車gicas, tecnol車gicas, de infraestructura y de autogobierno. Esta situaci車n, a su vez, crea vulnerabilidad y la aumenta porque da lugar a que las pr芍cticas poco seguras resulten f芍ciles de adoptar, populares y casi rutinarias. Esto debe tenerse en cuenta para el buen resultado de toda respuesta normativa, marco jur赤dico y ense?anza religiosa de prevenci車n del VIH/SIDA.
En realidad, la respuesta de una determinada comunidad al VIH/SIDA se estanca y fracasa cuando los dirigentes y los programas de nivel comunitario no son capaces de reconocer r芍pidamente y apreciar el nexo entre el VIH, la desigualdad y la falta de equidad en los ingresos, las normas discriminatorias en materia de g谷nero, las disparidades y las estructuras de poder, as赤 como el v赤nculo entre el VIH y las pol赤ticas, creencias, pr芍cticas, actitudes, presupuestos, mensajes, reg赤menes econ車micos y arreglos socioculturales y de poder pol赤tico que ocasionan p谷rdidas de vidas.
Necesitamos con la mayor urgencia enfoques encaminados a neutralizar y superar el estigma mediante acciones a nivel nacional y global, tales como formulaci車n de pol赤ticas, planificaci車n estrat谷gica, programaci車n pr芍ctica, formaci車n de recursos humanos, financiaci車n, investigaci車n, formulaci車n de leyes, oraci車n, env赤o de mensajes y comunicaci車n. Es menester que nuestros sistemas morales, doctrinas teol車gicas y principios 谷ticos trasciendan la moralidad individualista que termina por culpar a las personas en riesgo y vulnerables en lugar de apoyarlas.
Muchos 車rganos, comunidades y l赤deres religiosos de diferentes lugares siguen formulando importantes declaraciones y emitiendo comunicados de liderazgo que hacen abrigar esperanzas en la lucha contra la epidemia del VIH/SIDA. Sin embargo, la realidad de que persisten las nuevas infecciones, las enfermedades y las muertes relacionadas con el SIDA, que en principio son prevenibles y controlables gracias a los conocimientos y la ciencia de que se dispone, sigue poniendo de manifiesto la necesidad de reflexi車n y promoci車n, de manera que los comunicados y las declaraciones se conviertan en pol赤ticas, leyes, presupuestos y asignaciones de recursos eficaces contra el estigma y la discriminaci車n relacionados con el VIH/SIDA.
Para poner fin a la epidemia del SIDA antes de que ella termine con nosotros, debemos definir el vil estigma que rodea a esta enfermedad, identificar su origen y examinar a fondo sus efectos negativos sobre el VIH/SIDA. Debemos convencernos y convencer a quienes est芍n bajo nuestra influencia de que estamos luchando contra la epidemia del SIDA como una comunidad mundial. Las fronteras entre la biolog赤a, la pol赤tica, la econom赤a y los valores socioculturales y espirituales se desdibujan inevitablemente, y solo en ese marco de complejidad se hace posible, mediante iniciativas religiosas creativas e innovadoras, cr赤ticas rigurosas y enfoques amplios, integrados y no estigmatizadores, desempe?ar un papel significativo para intensificar la prevenci車n y el tratamiento del VIH/SIDA y la mitigaci車n de su impacto. Para esto es necesario que de manera cr赤tica seamos m芍s conscientes de la situaci車n en que nos hallamos y de la situaci車n a que debemos llegar en el contexto de las infecciones y las muertes por VIH/SIDA prevenibles y controlables, y que lo articulemos socialmente. Los complejos problemas que nos plantea la realidad del VIH/SIDA exigen soluciones complejas para invertir el estigma, la verg邦enza, la negaci車n, la discriminaci車n, la inacci車n y la acci車n equivocada, multiplicar el modelo SAVE y poner fin al SIDA.
Gracias a las noticias sobre niveles de estabilizaci車n -y mejor a迆n, de reducci車n- de las nuevas infecciones en varios pa赤ses, el vaso de agua de la lucha contra el SIDA ya no parece estar medio vac赤o sino medio lleno. Con todo, solo pueden calificarse de soluciones a medias las estrategias y medidas que permiten que todav赤a miles de personas se infecten innecesariamente cada d赤a, y que otras miles mueran sin necesidad y por negligencia de infecciones y enfermedades relacionadas con el SIDA a causa del estigma, la verg邦enza, la negaci車n y la discriminaci車n.
?
La Cr車nica?ONU??no?constituye un registro oficial. Tiene el privilegio de acoger a los altos funcionarios de las Naciones Unidas, as赤 como a distinguidos colaboradores de fuera del sistema de las Naciones Unidas cuyas opiniones no son necesariamente las de las Naciones Unidas. Del mismo modo, las fronteras y los nombres que se muestran y las designaciones utilizadas en los mapas o en los art赤culos no implican necesariamente un apoyo o una aceptaci車n por parte de las Naciones Unidas.?