26 febrero 2010

En octubre de este a?o, las Naciones Unidas conmemorar芍n el d谷cimo aniversario de lo que constituye un importante hito, aunque insuficientemente reconocido, en el 芍mbito internacional: la resoluci車n 1325 del Consejo de Seguridad, en la que se reconoc赤a la importancia de entender las repercusiones de los conflictos armados sobre las mujeres y las ni?as, al tiempo que se garantizaba su protecci車n y su plena participaci車n en los acuerdos de paz. Aunque se han hecho esperar, existen ahora indicios de un mayor compromiso y m芍s iniciativas para asegurar el logro de los objetivos de la resoluci車n.
Un gran silencio Al aprobar la resoluci車n 10 a?os atr芍s, el Consejo de Seguridad rompi車 uno de los grandes silencios de la Historia: el que rodea a la pr芍ctica sistem芍tica, brutal y generalizada de la violencia contra las mujeres y las ni?as en los conflictos armados. La corriente favorable a que se aprobara la resoluci車n 1325 era fuerte. Las guerras recientes, como las vividas en la ex Yugoslavia, Rwanda, Sierra Leona, Liberia, Nepal y el Afganist芍n, al igual que en otras zonas conflictivas, se caracterizaron por el acusado grado de violencia contra las mujeres y las ni?as. Se calcula que el 70% de las bajas registradas en los conflictos recientes entre quienes no eran combatientes correspond赤a principalmente a las mujeres y a las ni?as. Hasta medio mill車n de mujeres fueron v赤ctimas de violaciones en Rwanda durante el genocidio de 1994. Aproximadamente 60.000 fueron violadas en la guerra que tuvo lugar en Croacia y Bosnia y Herzegovina, y se estima que en Sierra Leona se produjeron 64.000 incidentes de violencia sexual contra las mujeres y las ni?as relacionados con la guerra entre 1991 y 2001. Pese a la ausencia de bombas y proyectiles, los cuerpos de las mujeres y las ni?as se han convertido, tanto en la mentalidad como de hecho, en campos de batalla para milicianos armados faltos de escr迆pulos y para sus secuaces, as赤 como para quienes aprovechan el caos de la guerra a fin de desatar la violencia contra los miembros m芍s vulnerables de sus comunidades.

La aprobaci車n de la resoluci車n 1325 por los 192 Estados Miembros de las Naciones Unidas transform車 radicalmente la imagen de la mujer en las situaciones de conflicto armado, que pas車 de ser v赤ctima a participante activa en el establecimiento y la consolidaci車n de la paz y en las negociaciones. De este modo y por vez primera, el enfoque de una resoluci車n del Consejo de Seguridad pas車 de centrarse, como es m芍s habitual, en la cesaci車n de las hostilidades a ocuparse del efecto alienante, m芍s encubierto y a largo plazo, de la violencia armada contra la mujer.

La mujer y los acuerdos de paz En la resoluci車n 1325 se abogaba por un enfoque amplio. Se instaba a los Estados Miembros a velar por que aumentara la representaci車n de la mujer en todos los niveles de adopci車n de decisiones de las instituciones y mecanismos nacionales, regionales e internacionales para la prevenci車n, la gesti車n y la soluci車n de conflictos. Se instaba a todas las partes en un conflicto armado a que adoptaran medidas especiales para proteger a las mujeres y las ni?as de la violencia en la guerra, y a proporcionarles oportunidades de participar en los procesos de paz como medio para lograr soluciones a largo plazo. En la resoluci車n, se instaba al Secretario General de las Naciones Unidas a que nombrara m芍s mujeres representantes especiales y enviadas especiales para realizar misiones de buenos oficios en su nombre y, a ese respecto, se ped赤a a los Estados Miembros que presentaran al Secretario General candidatas para que se las incluyera en una lista centralizada que se actualizar赤a peri車dicamente. Tambi谷n se ped赤a a todos los que participaran en la negociaci車n y aplicaci車n de acuerdos de paz que adoptaran una perspectiva de g谷nero, que incluyera las necesidades especiales de las mujeres y las ni?as durante la repatriaci車n y el reasentamiento, as赤 como para la rehabilitaci車n, la reintegraci車n y la reconstrucci車n despu谷s de los conflictos. Por tanto, la resoluci車n ofreci車 un marco global para la incorporaci車n de la perspectiva de g谷nero en todos los procesos relativos a la paz, entre otros, los de su mantenimiento y consolidaci車n, as赤 como en la reconstrucci車n posterior al conflicto, y en el mantenimiento de la paz y la seguridad en general.
Durante los 迆ltimos 10 a?os, diversos sectores han prestado o赤dos al llamamiento de la resoluci車n. Las oficinas de las Naciones Unidas prepararon un plan de acci車n para todo el sistema encaminado a garantizar un enfoque global y coherente de su aplicaci車n. Se emprendieron aproximadamente 500 actividades, muchas de las cuales aseguran la protecci車n de la mujer durante los conflictos armados, especialmente en las situaciones de inestabilidad posteriores al conflicto y ante la amenaza de las minas. Se ha avanzado en la incorporaci車n de la resoluci車n a la labor de los 車rganos intergubernamentales y de los 車rganos del sistema de las Naciones Unidas creados en virtud de tratados. Entre los logros m芍s destacados figura la aprobaci車n por parte de los Estados Miembros de planes de acci車n nacionales para aplicar la resoluci車n. En muchos casos, este proceso se ha basado en la colaboraci車n y ha incorporado a los Estados Miembros, las entidades del sistema de las Naciones Unidas y las organizaciones de la sociedad civil, lo que ha permitido que se compartieran las mejores pr芍cticas.

Deficiencias Pese a estas y otras iniciativas, durante la 迆ltima d谷cada, el historial de aplicaci車n de la resoluci車n 1325 ha estado muy por debajo de las expectativas. Cuando est芍 a punto de cumplirse su d谷cimo aniversario, las mujeres y las ni?as siguen siendo v赤ctimas de la violencia por motivos de g谷nero, en especial, de la violencia sexual, durante los conflictos armados y en las situaciones posteriores a conflictos. Las mujeres sufren violaciones, torturas, secuestros y vejaciones; muchas son marginadas tras el final del conflicto por haber sido objeto de abusos o estar embarazadas. A este respecto, la aplicaci車n de la resoluci車n 1325 no se puede considerar con independencia de las resoluciones del Consejo de Seguridad 1820 y 1888 (aprobadas respectivamente en 2008 y 2009), dado que se centra en la puesta en pr芍ctica de la resoluci車n 1820. Con resoluciones, el Consejo de Seguridad puso claramente de manifiesto que no se tolerar赤a la violencia sexual en las situaciones de conflicto armado.
La cesaci車n de las hostilidades no garantiza en muchos casos el fin de la violencia contra las mujeres y las ni?as. Por el contrario, la experiencia demuestra que, una vez terminado el conflicto, lo normal es que se mantenga un grado elevado de violencia sexual y basada en el g谷nero, lo que crea una amenaza a largo plazo para la seguridad y para la salud de las mujeres, sus medios de vida y su capacidad de participar en las actividades de reconstrucci車n y consolidaci車n de la paz.
La persistencia de la violencia contra las mujeres en las situaciones de conflicto armado frustra el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, cuyas metas se entremezclan en muchos casos con las de la resoluci車n 1325. Si las ni?as viven con temor de asistir a la escuela por las horribles violaciones que a menudo caracterizan los conflictos armados, su acceso a la educaci車n seguir芍 siendo desigual al de los chicos, y peligrar芍 el logro del segundo Objetivo de Desarrollo del Milenio de conseguir la ense?anza primaria universal. La violencia sexual durante los conflictos armados entra?a un grave riesgo de contagio del VIH y pone en entredicho la consecuci車n del sexto Objetivo de Desarrollo del Milenio, a saber, combatir el VIH/SIDA, la malaria y otras enfermedades. Alcanzar las metas de los Objetivos de Desarrollo del Milenio carecer芍 tambi谷n de importancia para las mujeres y las ni?as cuyos derechos humanos est芍n siendo constantemente conculcados por la violencia de g谷nero, que ha pasado a ser parte indisoluble de los conflictos armados en la actualidad. De hecho, la consecuci車n del tercer Objetivo de Desarrollo del Milenio, promover la igualdad entre los sexos y el empoderamiento de la mujer, exige que la comunidad mundial intensifique las medidas destinadas a garantizar que el cuerpo de las mujeres no sea una prolongaci車n del campo de batalla en los per赤odos de conflicto armado.
Medidas que se deben adoptar La cuesti車n es c車mo lograr la plena aplicaci車n de la resoluci車n 1325.

Un requisito indispensable es el reconocimiento mundial de que no se tolerar芍 que contin迆e con impunidad la flagrante violaci車n de los derechos y de los cuerpos de las mujeres y las ni?as durante los conflictos armados. El Consejo de Seguridad y los Estados Miembros deben reiterar su compromiso de aplicar plenamente la resoluci車n y elaborar e imponer la legislaci車n adecuada para asegurar que se exijan responsabilidades a los autores de las violaciones. Las partes en los conflictos armados no han cumplido su cometido. Hasta la fecha, a迆n no se han creado mecanismos para hacer que estas personas rindan cuentas de sus actos. Esta situaci車n tiene que cambiar.

Las iniciativas deben velar por que se haga realidad el empoderamiento de la mujer como agente de la concertaci車n, la consolidaci車n y el mantenimiento de la paz, conforme a lo previsto en la resoluci車n 1325. Cada vez son m芍s las pruebas que atestiguan que la incorporaci車n de la mujer a las negociaciones de paz mejora la calidad de los acuerdos y las posibilidades de que se cumplan. La participaci車n de las mujeres enriquece el proceso, dado que probablemente incluir芍n en el programa las cuestiones relativas al g谷nero, establecer芍n prioridades distintas y tender芍n puentes para salvar de un modo m芍s eficaz las brechas pol赤ticas. Para lograr este fin, se necesitan inversiones que aseguren que las mujeres reciban educaci車n y capacitaci車n y dispongan de oportunidades reales para constituirse en aliadas activas y con plena confianza. Tambi谷n es necesario que las mujeres aprovechen las oportunidades de dirigir procesos de reconciliaci車n y mantenimiento de la paz. La participaci車n plena y en pie de igualdad de la mujer en los procesos de prevenci車n de conflictos, gesti車n de las crisis, resoluci車n de conflictos, consolidaci車n de la paz y gesti車n de las cat芍strofes en el plano humanitario contribuir芍 a la democracia y fomentar芍 el respeto por los derechos humanos y el desarrollo. Muchas organizaciones de mujeres est芍n listas para asumir esta tarea, pero necesitan apoyo nacional e internacional.

Por 迆ltimo, es necesario encontrar una forma m芍s eficaz de evaluar el progreso. La aplicaci車n de la resoluci車n 1325 se debe racionalizar y supervisar cuidadosamente con los indicadores mundiales adecuados, como se pide en la resoluci車n 1889 del Consejo de Seguridad, de fecha reciente, en la que se reafirma la resoluci車n 1325. Solo entonces podr芍 la resoluci車n 1325 brindar los frutos previstos cuando se aprob車 hace 10 a?os. Solo entonces podr芍n las mujeres y las ni?as albergar la esperanza de romper el ciclo de violencia que las aqueja de forma tan cruel. Solo entonces podr芍 el mundo proclamar que realmente se ha franqueado a la mujer el paso para que participe de forma significativa en la totalidad del proceso de paz.

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