El mundo enfrenta dos amenazas contra su existencia: el cambio clim芍tico y la apocalipsis nuclear. Es preciso actuar con urgencia en relaci車n con ambas. Enfrentar la primera cuesti車n impondr芍 grandes costos econ車micos y ajustes de los estilos de vida, en tanto que enfrentar la segunda dar芍 por resultado beneficios econ車micos sin consecuencias para los estilos de vida. Quienes se niegan a enfrentar el cambio clim芍tico son criticados por su esp赤ritu de negaci車n; quienes restan importancia a la cuesti車n nuclear son encomiados como realistas. Si bien es necesario tomar medidas cuanto antes para impedir el desequilibrio total, el cambio clim芍tico no causar芍 una cat芍strofe hasta dentro de algunos decenios. Por otra parte, una cat芍strofe nuclear nos podr赤a destruir en cualquier momento, aunque, si tenemos suerte, se le podr赤a retrasar unos 60 a?os m芍s. La inc車moda realidad es que el mantenimiento de la paz nuclear se ha debido tanto a la buena suerte como a una adecuada gesti車n. Como hemos aprendido a vivir con las armas nucleares durante 66 a?os, hemos dejado de percibir la gravedad y la inmediatez de la amenaza. La tiran赤a de la complacencia nos har芍 pagar un precio terrible si seguimos caminando como son芍mbulos hacia la apocalipsis nuclear. Hace tiempo que se deber赤a haber eliminado de la pol赤tica internacional el espectro de una nube en forma de hongo.
Las armas nucleares son niveladores estrat谷gicos para las partes m芍s d谷biles en las relaciones de conflicto, pero no sirven para comprar la defensa a bajo costo. Pueden dar lugar a la creaci車n de un Estado en el que prime la seguridad nacional, se favorezca el secreto gubernamental, se reduzca la responsabilidad p迆blica y aumente la distancia entre los ciudadanos y los gobiernos. Existe el riesgo adicional de que caigan en manos de elementos extremistas debido a filtraciones de informaci車n, robo, colapso del Estado y apropiaci車n del Estado. Por lo que respecta a costos de oportunidad, los cuantiosos gastos militares equivalen a robar a los pobres. Las armas nucleares no ayudan a luchar contra las verdaderas amenazas del mundo actual, a saber, la insurrecci車n, el terrorismo, la pobreza, el analfabetismo, la malnutrici車n y la corrupci車n. Como dec赤an en las calles de Delhi en 1998: "?No tienes comida, no tienes ropa, no tienes techo? Despreoc迆pate, tenemos la bomba".
Desde que termin車 la guerra fr赤a ha disminuido el riesgo de una guerra nuclear entre Rusia y los Estados Unidos, pero se ha hecho m芍s admisible la posibilidad de que las utilicen otros Estados o actores no estatales poseedores de esas armas. En consecuencia, nos encontramos en una coyuntura familiar, frente a la misma conocida opci車n entre seguridad con armas nucleares o seguridad frente a ellas.
El Tratado sobre la no proliferaci車n de las armas nucleares (TNP) ha permitido contener la pesadilla nuclear durante m芍s de cuatro decenios. El n迆mero de pa赤ses poseedores de armas nucleares todav赤a no pasa de un d赤gito. Se han hecho notables avances en la reducci車n del n迆mero de ojivas nucleares. Sin embargo, todav赤a la amenaza es grave dado que en el mundo existen m芍s de 20.000 armas nucleares; de ellas 5.000 ojivas est芍n listas para lanzamiento y 2.000 se encuentran en estado de gran alerta operacional.
El TNP consagr車 varios acuerdos. Los pa赤ses no poseedores de armas nucleares convinieron entre s赤 no adquirir jam芍s esas armas. Acordaron con los Estados poseedores de armas nucleares que, a cambio de un control intrusivo del uso final de la tecnolog赤a y el material nucleares o relacionados con la energ赤a nuclear, se les otorgar赤a un acceso preferente a la tecnolog赤a, los componentes y el material nucleares. Concertaron un segundo acuerdo en virtud del cual, a cambio de renunciar definitivamente a la bomba nuclear, los pa赤ses poseedores de armas nucleares celebrar赤an negociaciones de buena fe relativas al desarme nuclear completo. El art赤culo VI del TNP contiene el 迆nico compromiso de desarme multilateral expl赤cito contra赤do por todos los Estados poseedores de armas nucleares.
Esos acuerdos se ven ahora comprometidos por cinco razones:
- Las cinco potencias nucleares l赤citas en relaci車n con el TNP (China, los Estados Unidos, Francia, Gran Breta?a y Rusia) han pasado por alto las obligaciones relativas a desarme que estipula el TNP.
- Tres Estados poseedores de armas nucleares no son partes en el Tratado: la India, Israel y el Pakist芍n.
- Por ser un acuerdo intergubernamental, el TNP no abarca a grupos no estatales, incluidos los terroristas.
- Es posible que algunos Estados partes en el Tratado est谷n tratando de eludir sus obligaciones de no proliferaci車n, en tanto que la Rep迆blica Popular Democr芍tica de Corea se ha retirado del Tratado y ha realizado ensayos con armas nucleares.
- Muchos pa赤ses est芍n interesados en la energ赤a nuclear debido a las crecientes inquietudes en relaci車n con el medio ambiente y con los precios de los combustibles f車siles, lo que plantea cuestiones de seguridad y producci車n de armamentos.
La inquietante tendencia de un c赤rculo cada vez mayor de pa赤ses poseedores de armas nucleares, vinculados o no al TNP, tiene el efecto de atraer a otros pa赤ses al abismo nuclear. A los cinco motivos de preocupaci車n se suma el lamentable estado de los mecanismos de gobernanza mundial del control de tales armas. La Conferencia de Desarme ni siquiera puede acordar un programa. El Tratado de prohibici車n completa de los ensayos nucleares no ha entrado en vigor y est芍 lejos de concluirse un tratado de prohibici車n de la producci車n de material fisionable.
Despu谷s de m芍s de un decenio de estancamiento, el programa nuclear fue reactivado por una coalici車n de cuatro pesos pesados de la pol赤tica de seguridad nacional de los Estados Unidos, William Cohen, Henry Kissinger, Sam Nunn y William Perry, y cobr車 nuevo 赤mpetu con la promesa formulada por el Presidente Barack Obama en Praga, en abril de 2009, de procurar la paz y la seguridad en un mundo sin armas nucleares. En la Cumbre nuclear celebrada en Washington se examinaron detenidamente los requisitos de seguridad de los programas y los materiales nucleares. La conferencia de examen del TNP de 2010 alcanz車 resultados modestos. Comisiones como la Comisi車n Internacional sobre la No Proliferaci車n y el Desarme Nucleares y campa?as como Global Zero han ayudado a movilizar a los principales grupos de inter谷s. Rusia y los Estados Unidos han negociado, firmado, ratificado y puesto en vigor un nuevo Tratado sobre la reducci車n de las armas estrat谷gicas (conocido como START II) con miras a reducir los arsenales nucleares en una tercera parte limitando cada uno a 1.550 ojivas preparadas para el despliegue.
Con todo, existe la impresi車n palpable y cada vez m芍s extendida de que el START II podr赤a marcar el fin de los progresos del desarme nuclear en lugar de ser el primer paso en el camino a la abolici車n. Hay escasas evidencias de una demanda significativa de desarme por parte de los grupos de inter谷s pol赤ticos en los pa赤ses poseedores de armas nucleares. Es revelador el hecho de que ni uno solo de los pa赤ses que ten赤an una bomba at車mica en 1968, cuando se firm車 el TNP, ha renunciado a ella. A juzgar por sus acciones, y no por sus declaraciones, todos est芍n decididos a seguir en posesi車n de armas nucleares. O bien est芍n modernizando sus fuerzas nucleares o perfeccionando las doctrinas nucleares, o bien se est芍n preparando para hacerlo. Por ejemplo, incluso despu谷s de la aplicaci車n del START II, los Estados Unidos retendr芍n, como ventaja estrat谷gica, un dep車sito de ojivas de reserva preparadas para el despliegue r芍pido si surgiera la necesidad, y tambi谷n construir芍n tres nuevas f芍bricas para incrementar la capacidad de producci車n de ojivas nucleares. Para aquellos que aspiran a poseer armas nucleares la lecci車n es clara; las armas nucleares son indispensables en el mundo de hoy y para hacer frente a las amenazas del ma?ana.
Reflejando la situaci車n t谷cnica existente en 1968, cundo se firm車 el TNP, el Ir芍n insiste en su derecho a la utilizaci車n de la energ赤a nuclear con fines pac赤ficos, hasta un punto en que le faltar赤a muy poco para construir la bomba. El mundo no sabe como detener al Ir芍n para que no cruce el umbral de las armas ni como persuadir, sonsacar u obligar a la Rep迆blica Popular Democr芍tica de Corea Rep迆blica para que se sume nuevamente al TNP en calidad de miembro no poseedor de armas nucleares de buena reputaci車n.
Desde el punto de vista emocional, el Jap車n es la piedra angular del discurso nuclear como 迆nica v赤ctima mundial de la bomba. Sobre los Estados Unidos recae la responsabilidad especial de encabezar la marcha hacia la abolici車n nuclear por ser el 迆nico pa赤s que ha utilizado bombas at車micas y la mayor potencia militar del mundo. La bomba at車mica fue creada durante la segunda guerra mundial por un grupo de cient赤ficos creado para el Proyecto Manhattan bajo la direcci車n de J. Robert Oppenheimer. Al presenciar el primer ensayo at車mico, realizado el 16 de julio de 1945, Oppenheimer record車 el texto sagrado hind迆 Bhagavad Gita: "Si el esplendor de cien soles estallara al un赤sono en el cielo, ser赤a semejante al esplendor del Todopoderoso." El nacimiento y la muerte est芍n vinculados simbi車ticamente en el ciclo de la vida. Oppenheimer record車 tambi谷n el verso correspondiente del Gita: "Ahora me convierto en la Muerte, la destructora de los mundos."
La misma dualidad es omnipresente en todos los aspectos de la Hiroshima de hoy. Al reconstruir su ciudad, los ciudadanos de Hiroshima la han consagrado como un testimonio de la resistencia social, la solidaridad humana y la abolici車n nuclear. Hiroshima vuelve a ser una ciudad hermosa, pintoresca y din芍mica que vive seg迆n tres c車digos: transformarse de una ciudad militar en una ciudad de paz; perdonar y expiar, pero nunca olvidar; y "nunca m芍s".
Las razones que justifican la abolici車n son sencillas, elegantes y elocuentes. Si no se fortalece la seguridad nacional, las armas nucleares rebajar芍n nuestra humanidad com迆n y empobrecer芍n nuestras almas. Su mismo poder destructivo les resta utilidad militar frente a otras potencias nucleares y utilidad pol赤tica frente a los pa赤ses que no las poseen. Mientras existan pa赤ses que poseen armas nucleares, otros pa赤ses querr芍n tenerlas. Si existen, ser芍n utilizadas alg迆n d赤a ya sea por c芍lculo, por accidente o por error. As赤 pues, nuestro objetivo debe ser la transici車n de un mundo en el que se considera que las armas nucleares desempe?an un papel central para mantener la seguridad, a otro en que poco a poco pasen a ser marginales y a la larga sean totalmente innecesarias. Al igual que ocurre con las armas qu赤micas y biol車gicas de destrucci車n en masa, no es posible "desinventar" las armas nucleares, pero al igual que aquellas, las armas nucleares se pueden controlar, regular, restringir y proscribir en virtud de un r谷gimen internacional que garantice una estricta observancia mediante procesos fidedignos y eficaces de inspecci車n, verificaci車n y cumplimiento.
La tarea com迆n es hacer ileg赤timos la posesi車n, el despliegue y la utilizaci車n de armas nucleares; exigir compromisos de no ser el primero en utilizarlas y atenerse al prop車sito 迆nico de disuadir su empleo; y haber reducido en 10% los arsenales actuales (500 ojivas para Rusia y los Estados Unidos respectivamente, y 1.000 entre los dem芍s pa赤ses) en 2025; reducir el alto riesgo de la dependencia de estas armas introduciendo m芍s grados de separaci車n entre la posesi車n, el despliegue y la utilizaci車n, separando f赤sicamente las ojivas de los sistemas vectores y alargando el tiempo de la decisi車n de activar el mecanismo de lanzamiento de las armas nucleares; fortalecer la autoridad y la capacidad del Organismo Internacional de Energ赤a At車mica; establecer un ciclo del combustible multilateral; y aplicar restricciones m芍s rigurosas en materia de suministro.
Puesto que se ha socavado el TNP al hacerlo pasar de un r谷gimen de prohibici車n a otro de mera no proliferaci車n, ha llegado el momento de buscar otra alternativa mejor que re迆na todos los elementos meritorios en un conjunto 迆nico y viable integrante de una convenci車n sobre las armas nucleares. Esta idea no se materializar芍 solo porque lo deseemos. Tampoco lo har芍 si seguimos releg芍ndola a un futuro distante. Hay que superar muchos desaf赤os t谷cnicos, jur赤dicos y pol赤ticos, pero es necesario emprender sin m芍s demora una labor preparatoria seria, con convicci車n y compromiso.
Aquellos que se hincan con m芍s devoci車n ante el altar de las armas nucleares son los que emiten las fetuas m芍s en谷rgicas contra quienes desean unirse a ellos. El est赤mulo m芍s poderoso para la proliferaci車n nuclear por parte de los otros es la posesi車n continua de armas nucleares por algunos. Las armas nucleares no podr赤an proliferar si no existieran, pero como existen proliferar芍n. La amenaza del empleo de armas nucleares tanto para disuadir su empleo por otros como para prevenir la proliferaci車n, legitima su posesi車n, despliegue y utilizaci車n. No se puede evitar que prolifere aquello que es leg赤timo.
Los cr赤ticos de la opci車n cero desean conservar sus bombas at車micas, pero se las niegan a otros. Carecen de honestidad intelectual y coraje para demostrar c車mo puede hacerse efectiva la no proliferaci車n sin desarme, para reconocer que el precio de mantener los arsenales nucleares es la proliferaci車n sin control, y para explicar por qu谷 un mundo de proliferaci車n sin control es mejor que la abolici車n para la seguridad nacional e internacional.
Concentrarse en la no proliferaci車n y desentenderse del desarme garantiza que no se conseguir芍 ninguno de los dos objetivos. La mejor y 迆nica garant赤a de la no proliferaci車n es el desarme. Por consiguiente, si deseamos la no proliferaci車n debemos prepararnos para el desarme. En nuestro lapso de vida, o bien logramos la abolici車n nuclear o tendremos que vivir con la proliferaci車n nuclear y morir con la utilizaci車n de las armas nucleares. Es mejor un suave destello de satisfacci車n por perseguir el noble objetivo de la prohibici車n de las armas nucleares, que el duro resplandor de la ma?ana siguiente al d赤a en que se utilizaron.
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