Si existe una cuestión que mi país, Tuvalu, lleva muy cerca del corazón, es la del cambio climático. Tuvalu es un peque?o atolón de coral que se encuentra en mitad del Pacífico Sur. Nuestra existencia está estrechamente ligada al medio marino y vivimos de lo que nos regala el océano, siendo el pescado nuestra principal fuente de proteínas. Las islas son muy estrechas: Funafuti, la capital, no mide más de 600 metros en su parte más ancha y está tan sólo 2 metros por encima del nivel del mar. Somos muy conscientes del mar que rodea nuestras peque?as islas y ahora también del cambio climático.


Debemos utilizar con sumo cuidado las peque?as reservas de agua dulce que se encuentran bajo los atolones, así que cavamos con precaución peque?os pozos para llegar hasta el agua dulce que hay bajo tierra y que nos permite cultivar la pulaka (una raíz que también recibe a veces el nombre de taro), y almacenamos cada gota de agua de lluvia. Por desgracia, nuestro medio ambiente está cambiando. Los ancianos se han dado cuenta de los cambios: las playas han desaparecido, peque?os islotes han quedado bajo las aguas y los arrecifes de coral están comenzando a morir debido a la intrusión de agua salada. El reciente informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) confirma todas estas observaciones y predice cosas aún peores. A medida que incrementa la temperatura del mar, mueren más corales. El nivel del mar subirá y las ya violentas tormentas serán mucho peores. Tuvalu se enfrenta a un futuro muy incierto.


Por más que compartamos la responsabilidad de proteger el medio ambiente, los impactos del cambio climático se deben a las emisiones de países que se encuentran a miles de kilómetros de distancia. Estamos a merced de la comunidad internacional. Por este motivo, Tuvalu ha participado activamente en las negociaciones sobre cambio climático y en discusiones recientes en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Para un peque?o estado insular en desarrollo como Tuvalu, se trata de una cuestión de seguridad de enormes proporciones. Por difícil de comprender que sea, el hecho es que es posible que todo nuestro país desaparezca como resultado del cambio climático. Tal y como ya declaró el Representante Permanente de Tuvalu ante las Naciones Unidas, el embajador Afelee Pita, ante el Consejo de Seguridad a principios de 2007, el efecto del cambio climático es una amenaza sin precedentes para nuestra nación. Se trata de una violación de nuestros derechos fundamentales a la nacionalidad y a la condición de estado contemplados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y otras convenciones internacionales.


Tuvalu ingresó en las Naciones Unidas el 5 de septiembre de 2000, creyendo firmemente en los nobles pilares de desarrollo, seguridad y derechos humanos en que se basa la Organización.


Y ahora hacemos un llamamiento a las Naciones Unidas para que mantengan esos pilares y garanticen la supervivencia de nuestro país. Mientras que algunos creen que el reasentamiento es la mejor solución, claramente esa no es nuestra preferencia. Tuvalu es una nación con una lengua y cultura únicas. El reasentamiento destruye el tejido mismo de nuestra nación y nuestra cultura. ?sa es por tanto nuestra última opción, una opción a la que no queremos tener que enfrentarnos. Hacemos un llamamiento a las Naciones Unidas a que haga uso de todo su poder para ocuparse de la cuestión del cambio climático. Apoyamos firmemente una cumbre de líderes mundiales sobre el cambio climático y alentamos al Secretario General Ban Ki-moon a que utilice su poder de persuasión para reunir a las naciones en esa cumbre. Pero esa reunión no debería tratarse simplemente de una ocasión para pronunciar elaborados discursos retóricos; necesitamos que los líderes se reúnan y confeccionen un nuevo plan mundial para luchar contra el cambio climático. Necesitamos que todos los países se comprometan a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a una tasa muy rápida y debemos adoptar las medidas necesarias para que el incremento medio de la temperatura mundial no supere los 2? Celsius pues, de hacerlo, las consecuencias para Tuvalu serían desastrosas. Debemos planificar cuidadosamente cómo puede conseguirse la reducción de las emisiones sin ocasionar un declive económico mundial. Tenemos la capacidad y tecnología necesarias para hacerlo, sólo necesitamos la voluntad política.


Países muy vulnerables como Tuvalu tendrán que construir sus defensas frente a los impactos del cambio climático. Adaptarse a esos impactos será un primer paso necesario, y no será barato. Un informe reciente de una organización internacional no gubernamental, Oxfam, sugiere que los costes de adaptación ascenderán a un total de 50.000 millones de dólares anuales, una cifra más alta que la estimada previamente y mayor que las sugeridas por el Banco Mundial. Para financiar esos costes, necesitamos un cambio significativo en nuestra manera de pensar respecto a cómo obtener la financiación necesaria. Es importante que abandonemos la idea de simplemente redirigir los fondos existentes de asistencia para el desarrollo.


Debemos aplicar el principio del que contamina paga y explorar así fuentes eminentemente nuevas de financiación basadas en las emisiones de gases de efecto invernadero. La participación en los ingresos del mecanismo para un desarrollo limpio del Protocolo de Kyoto es un primer paso, pero debemos explorar otros. Los gravámenes internacionales sobre el transporte aéreo y marítimo, así como sobre la venta de todos los combustibles fósiles deberían considerarse como otra opción.


En definitiva, necesitamos que los líderes mundiales desarrollen un nuevo tipo de Plan Marshall para obtener los fondos necesarios para sufragar los costes de la adaptación. El dinero que dediquemos ahora a la adaptación ahorrará miles de millones de dólares en compensaciones por da?os ocasionados por el cambio climático en los a?os venideros. Si no se toman medidas urgentes para ocuparse de las necesidades de adaptación de los países vulnerables, nos veremos obligados a emprender el camino de la litigación. Un país altamente vulnerable como Tuvalu no puede simplemente quedarse de brazos cruzados y observar cómo su hogar desaparece lentamente. Si es necesario, utilizaremos cualquier medio legal a nuestro alcance para obtener las compensaciones necesarias por todos los da?os debidos al cambio climático. Confiemos en que la comunidad internacional responderá antes de que esa acción sea necesaria. Pero el tiempo pasa muy rápido. El cambio climático bien podría ser uno de los mayores retos a los que la humanidad se ha enfrentado jamás. Ruego encarecidamente a todos que actúen a la mayor brevedad y de manera responsable para garantizar que países como Tuvalu no desaparezcan.