18 de mayo de 2021

Hace casi 13 a?os, en noviembre de 2008, escribí un artículo con un título casi idéntico para la primera edición de la revista de transporte de la Comisión Económica para Europa (CEPE), en el que mencionaba que en 1896 un peatón se convirtió en la primera persona en morir atropellada por el conductor de un automóvil1.

Este a?o conmemoramos el 125.? aniversario de aquella primera muerte en accidente de tráfico y merece la pena recordar algunos detalles de aquel suceso, que ofrece esta cita tomada de un boletín de prensa de las Naciones Unidas publicado el 14 de abril de 2004 (GA/10236):

"LEE JONG-WOOK, Director General de la Organización Mundial de la Salud (OMS), recordó que la primera persona que falleció atropellada por un automóvil fue Bridget Driscoll, de 44 a?os y madre de dos hijos, que perdió la vida en la zona del Palacio de Cristal de Londres el 17 de agosto de 1896. El vehículo circulaba a una velocidad de 12 km/h. Durante la investigación del accidente, el juez de instrucción británico advirtió: 'Esto nunca debe volver a ocurrir'.  El mundo, para su desgracia, no siguió su consejo".

A pesar de las palabras del juez instructor, no se impusieron cargos al conductor ni a la empresa para la que trabajaba por causar la muerte de la Sra. Driscoll ni por cometer cualquier otro delito; las conclusiones de la investigación calificaron el fallecimiento de “accidental” o, dicho de otro modo, fruto de la casualidad o de la mala suerte. No tenemos conocimiento de que se adoptara medida alguna para proceder a un examen pormenorizado de las causas, los efectos y las soluciones que pudieran evitar muertes similares en el futuro.

Hace muchos a?os, por tanto, se sentó un peligroso precedente cuyo resultado ha sido una matanza de proporciones aterradoras que aún persiste en la actualidad. Pese a que nunca se conocerán las verdaderas cifras de personas fallecidas, mutiladas y heridas en todo el mundo desde 1896, se calcula que el número de muertos supera los 50 millones y que los heridos se cuentan por cientos de millones. Heathcote Williams, en su poema “”, se refiere a este terrible peaje mundial como “la guerra del tercer mundo que nadie se molestó en declarar”.

Hoy podríamos asimilar esta lacra a una pandemia continua que afectara principalmente a los jóvenes y las personas vulnerables.

Una pandemia que, junto con los efectos del trauma que provocan las muertes y lesiones, también tiene un impacto económico devastador. Afecta de manera especialmente grave a los países de ingreso bajo y mediano; se afirma que el costo que conlleva para estos países es superior a la cantidad que reciben en concepto de asistencia para el desarrollo2 y empuja a muchas familias a la pobreza3.

Una pandemia que por fin, en 2004 —108 a?os después de la muerte de Bridget Driscoll— se incorporó al  y fue reconocida como un grave problema de salud pública.

Como resultado de ello, se creó el  , se proclamaron los días y semanas para la seguridad vial, y se instauraron conferencias dedicadas a este tema. El  (que se celebra cada a?o el tercer domingo de noviembre), que las organizaciones de víctimas de accidentes de tráfico, bajo la coordinación de la , liderada por , venían conmemorando en muchos países desde 1995, fue aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su  de 26 de octubre de 2005, una iniciativa en la que contó con el apoyo de la OMS, especialmente del Dr. Etienne Krug. Asimismo, se puso en marcha y se completó el Decenio de Acción para la Seguridad Vial 2011-2020, que contaba con su propio .

Hasta el momento, sin embargo, los avances en la reducción de los han sido escasos o inexistentes. Tristemente, a lo largo de la década pasada no se consiguió reducción alguna, frente al 50 % fijado como objetivo. Dicho objetivo se había calificado de “ambicioso”, pero para las víctimas de accidentes de carretera y sus defensores, el único porcentaje aceptable es el 0 % ——, puesto que un objetivo del 50 % significa, en realidad, que cada a?o se prevé que fallezcan 700.000 personas y varios millones resulten heridas como consecuencia de los accidentes de tráfico. Unas cifras inconcebibles si pensásemos en muertes y lesiones provocadas por cualquier otra causa.

Acogemos con enorme interés el tema dedicado a la reducción de velocidad —“” en la Semana Mundial de las Naciones Unidas para la Seguridad Vial, pues somos conscientes de que la baja velocidad puede salvar vidas. Sin embargo, solo será posible realizar ese potencial si, además de la promoción, se garantiza el respeto de la baja velocidad mediante estrictas medidas ejecutivas y sanciones eficaces en caso de incumplimiento.

Las infracciones de las normas de tráfico son la principal causa de las muertes y lesiones que se producen en las carreteras; por consiguiente, una investigación rigurosa de los accidentes con resultado de muerte y lesiones con el fin de identificar sus principales causas, seguida de acciones legales, si procede, debería constituir un elemento crucial de la labor de prevención de las muertes en carretera. Sin embargo, por extra?o que parezca, no es así. Es probable que esta sea la razón de la enorme dimensión que ha adquirido el problema.

Para el último Plan Mundial de Seguridad Vial, la FEVR, como miembro del UNRSC, presionó con éxito en favor de incorporar la Actividad 5 al Pilar 5—Respuesta tras los accidentes: “Fomentar una investigación exhaustiva de los accidentes y la aplicación de una respuesta jurídica eficaz a las defunciones y traumatismos por accidentes de tránsito y, por ende, fomentar soluciones equitativas y de justicia para los deudos y los lesionados”4. Por desgracia, parece que la Actividad 5 sigue siendo una asignatura pendiente en todo el mundo.

La aplicación de la ley, la investigación y la respuesta jurídica deberían convertirse en una parte integral del trabajo de prevención de accidentes de tráfico para poder lograr al fin acabar con esta matanza inaceptable. Deben ser parte de la “respuesta tras los accidentes” contemplada en el nuevo Plan Mundial y ponerse en práctica.

“Declaración de Bruselas” de las organizaciones no gubernamentales

Para el primer Decenio de Acción para la Seguridad Vial 2011–2020, las organizaciones no gubernamentales (ONG) dedicadas a la defensa de los intereses de las víctimas de accidentes de tráfico y a la reducción del peligro en las carreteras recopilaron 33 recomendaciones dirigidas a los Gobiernos en la .

Firmaron la Declaración 70 ONG de 40 países, que se reunieron en Bruselas en mayo de 2009, hace 12 a?os, bajo los auspicios de la OMS. Posteriormente, a lo largo de seis meses, las ONG enviaron sus propuestas, comentarios y recomendaciones acordadas en cinco ámbitos principales: enfoque general; prevención; respuesta tras los accidentes; aprendizaje a escala mundial; e iniciativas y acciones conjuntas.

De las 70 ONG firmantes, 12 pertenecían a la FEVR. El resto eran ONG procedentes de todos los continentes que actuaban a título individual. Muchas de estas últimas están afiliadas actualmente a la  y las  surgidas a raíz de esta iniciativa.

La Declaración de las ONG se presentó en la , en la que también se presentó la Declaración de Moscú.

Recordatorio de las recomendaciones de las ONG para el Decenio 2021-2030

Dado que estas importantes recomendaciones todavía no se han hecho realidad, merecen y exigen ser recordadas de cara a la próxima década instando a que se pongan en práctica.

Resumen de las recomendaciones de las ONG para el “Decenio de Acción”

Las ONG que representan a las víctimas de accidentes de tráfico y a los usuarios de las vías tienen un interés especial en que aumente la seguridad de las carreteras; de hecho, aspiran a que se conviertan en una red de transporte mundial con cero accidentes. Muchas de estas ONG fueron constituidas por personas que perdieron a seres queridos o sufrieron lesiones como consecuencia de un accidente de tráfico. Este sufrimiento personal las motivó a ayudar a otras personas o a involucrarse en actividades de seguridad vial.

En mayo de 2009, más de un centenar de representantes de 70 ONG procedentes de 40 países se reunieron por primera vez en Bruselas en el marco de un encuentro organizado por la OMS. Apoyándose en sus conocimientos especializados y sus perspectivas únicas, los participantes recopilaron 33 recomendaciones para mejorar la seguridad vial, agrupándolas en cinco áreas temáticas. A continuación se ofrece un resumen de sus principales recomendaciones a los Gobiernos.

ENFOQUE GENERAL

Las carreteras son un espacio público y una red que conecta a las personas.

En consecuencia, las ONG instan a los Gobiernos a:

  • realizar cambios drásticos en sus políticas de transporte, de forma que otorguen la máxima prioridad a la seguridad y a la movilidad sostenible;
  • abordar las lesiones relacionadas con los peligros del tráfico y la movilidad como problemas de salud pública y de derechos humanos;
  • dise?ar las carreteras teniendo en cuenta la función del espacio público y los derechos y necesidades de los usuarios vulnerables de las vías;
  • evitar en la medida de lo posible emplear el término “accidente”, que denota un suceso que se produce sin causa aparente.

PREVENCI?N

Tenemos el deber de reducir el número de muertes en carretera a la cifra más próxima posible a cero.

En consecuencia, las ONG piden a los Gobiernos que:

  • sirvan de ejemplo en lo referente a la gestión de riesgos;
  • aporten recursos para la investigación y la estricta aplicación y reforma de las leyes de tráfico;
  • establezcan un mecanismo sostenible de financiación para la seguridad vial;
  • adopten normas mundiales en lo que respecta a la capacitación de los agentes de tráfico y de los conductores, así como a la expedición de permisos de conducir.

RESPUESTA TRAS LOS ACCIDENTES

Una respuesta rigurosa tras los accidentes es un componente vital de una política de seguridad vial eficaz e incluye intervenciones inmediatas de rescate, investigaciones exhaustivas, procedimientos civiles y penales si es necesario, así como medidas de rehabilitación y apoyo a largo plazo.

Por lo tanto, las ONG esperan que los Gobiernos garanticen:

  • unos servicios de emergencia mejorados, así como la rehabilitación temprana para minimizar el trauma causado por los accidentes;
  • normas nacionales de asistencia social, médica y jurídica a las personas heridas y a las familias que hayan perdido a seres queridos;
  • investigaciones exhaustivas para identificar todas las causas evitables y garantizar que las víctimas obtengan justicia;
  • una respuesta eficaz, proporcionada y disuasoria para evitar infracciones de las leyes de tráfico que provoquen muertes y lesiones.

APRENDIZAJE A ESCALA MUNDIAL

Ante el enorme costo en términos de vidas humanas y los efectos de la contaminación sobre el cambio climático, es esencial volver a modelos de movilidad sostenible.

En consecuencia, las ONG piden a los Gobiernos que presten una atención especial a:

  • acomodar e integrar los diferentes modelos de movilidad en el dise?o de todas las vías;
  • garanticen la seguridad y comodidad de los usuarios vulnerables de las vías.

INICIATIVAS Y ACCIONES CONJUNTAS

Las ONG ofrecen a los Gobiernos su cooperación, sus conocimientos especializados y la realización de iniciativas conjuntas a cambio de su colaboración, su financiación y el apoyo a su labor.

Las ONG proponen:

  • redes nacionales de promoción destinadas a garantizar la labor de fomento de la seguridad vial y la defensa de los intereses de las víctimas a escala nacional;
  • celebrar conjuntamente el Día Mundial en Recuerdo de las Víctimas de Accidentes de Tráfico, un Día impulsado por las víctimas, como una oportunidad para poner de relieve las consecuencias de los peligros de la carretera y sus efectos en forma de muertes y lesiones;
  • construir un memorial nacional a las víctimas de accidentes de tráfico en la capital de cada país;
  • crear una Coalición Internacional contra el Trauma Vial (ICART, por sus siglas en inglés), integrado por las coaliciones nacionales.

Ojalá el 125.? aniversario de la muerte de Bridget Driscoll, con el comienzo de la sexta Semana Mundial de las Naciones Unidas para la Seguridad Vial (y del nuevo ), sea un punto de inflexión, las muertes y lesiones provocadas por negligencias en carretera dejen de tratarse como sucesos fortuitos y consigamos por fin eliminarlas.

Y ojalá también que la máxima conmemoración posible del Día Mundial en Recuerdo de las Víctimas de Accidentes de Tráfico ayude a lograr este objetivo, poniendo el foco en las profundas consecuencias de los peligros de la carretera: el impacto de la traumática pérdida de seres queridos y de las lesiones, así como su elevado costo para las familias, las comunidades y los países.

La reducción de este terrible peaje representará el mejor apoyo y reconocimiento a las víctimas de accidentes de tráfico en todo el mundo.
 

Notas

1 Brigitte Chaudhry, “Road Deaths and Injuries Shatter Lives: The Reason for a Serious Post Crash Response”, UNECE Transport Review,  (noviembre de 2008), págs. 35–36. Disponible en .

2 Koustuv Dalal et al., “Economics of Global Burden of Road Traffic Injuries and Their Relationship with Health System Variables”, International Journal of Preventive Medicine, 4(12) (diciembre de 2013), págs. 1442–1450. Disponible en .

3 “Poverty & Road Safety: A Global Road Safety Partnership Positioning Paper”, Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja. Disponible en .

4 Organización Mundial de la Salud, Plan Mundial para el Decenio de Acción para la Seguridad Vial 2011-2020, pág. 19. Disponible en .


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