Del 22 al 24 de febrero de 2022, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) celebró un foro mundial virtual para reforzar la respuesta de la comunidad internacional ante la pandemia de enfermedad por coronavirus (COVID-19) y para debatir sobre medidas concretas con el fin de situar en el centro de la recuperación a los millones de personas que se han visto gravemente afectadas por esta crisis
En el se reunieron Jefes de Estado y de Gobierno, directores de organizaciones internacionales y bancos multilaterales de desarrollo, así como dirigentes empresariales y líderes sindicales de todo el mundo. En este evento, se analizaron las medidas y las inversiones necesarias para fomentar la creación de puestos de trabajo decentes y el crecimiento económico inclusivo, la protección social universal, las empresas sostenibles y una transición justa hacia una economía mundial neutra en carbono. En resumidas cuentas, el Foro mundial sentó las bases de un plan para crear un futuro más inclusivo y sostenible. Esta iniciativa estuvo precedida de la aprobación en la Conferencia Internacional del Trabajo de junio de 2021 del para una recuperación centrada en las personas que sea inclusiva, sostenible y resiliente.
La pandemia de COVID-19 ha devastado el mundo del trabajo: de acuerdo con nuestras últimas estimaciones, se prevé, a nivel mundial, un déficit de horas trabajadas equivalente a con respecto al cuarto trimestre de 2019, nuestro parámetro de referencia antes de la pandemia. La crisis ha planteado nuevos retos y ha expuesto y materializado los que ya existían, como la desigualdad y la pobreza. Las perspectivas siguen siendo delicadas y la trayectoria hacia la recuperación es lenta e incierta. Las pérdidas distarán mucho de haberse recuperado incluso en 2022. Muchos aspectos seguirán dependiendo de la evolución de la pandemia.
Para afrontar esta crisis, debemos actuar juntos en el plano internacional mediante la adopción de un enfoque centrado en las personas. En este sentido, el Foro mundial constituyó una excelente oportunidad para promover una forma de multilateralismo más interconectado, inclusivo y eficaz que, en palabras del Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, sume “las capacidades institucionales existentes, superando la fragmentación para garantizar que todas contribuyan a un mismo objetivo”. En el contexto actual, el objetivo consiste en aumentar la coherencia de la respuesta internacional al carácter profundamente desigual de las repercusiones de la pandemia de COVID-19 en las personas.
Como suele ocurrir durante las crisis, las personas más vulnerables sufrieron más que las demás: aquellas que trabajan en la economía informal ——, quienes perdieron sus ingresos y medios de subsistencia sin ningún tipo de protección social; las personas que reciben una baja remuneración y están menos cualificadas que perdieron sus empleos y no tuvieron la opción de seguir trabajando desde casa; las mujeres que trabajaban en los sectores más afectados por la pandemia y tuvieron que cuidar de sus familias; y los jóvenes, que se enfrentaron a una transición casi imposible del mundo académico al mercado laboral con aún menos empleos disponibles que antes de la crisis. Debemos situar a todas estas personas en el centro de la recuperación.
Además, debemos abordar la preocupante “gran divergencia” en las tendencias de recuperación, pues está agravando las desigualdades entre los países y dentro de ellos y debilitando el tejido económico, financiero y social de casi todas las naciones, independientemente de su nivel de desarrollo. Es probable que se tarde a?os en reparar este da?o, lo que tendrá posibles consecuencias a largo plazo para la participación en la fuerza de trabajo, la renta de los hogares y la cohesión social y política.
En la OIT, nuestra tarea consiste en garantizar que el mundo laboral salga de esta crisis sin precedentes fortalecido y no debilitado. No se puede conseguir una recuperación real de esta pandemia si no se produce una recuperación generalizada del mercado laboral. Y, para que sea sostenible, esta recuperación debe basarse en los principios del trabajo decente, entre los que se incluyen la salud y la seguridad, la equidad, la protección social y el diálogo social. ?Debemos encontrar los instrumentos y las políticas que garanticen que no se deja a nadie atrás. Este fue el tema que se abordó en el Foro mundial de alto nivel para una recuperación centrada en las personas.
Una cuestión clave del debate fue cómo aplicar el Acelerador Mundial del Empleo y la Protección Social para una Transición Justa, presentado por el Secretario General durante la Asamblea General de septiembre de 2021. Los objetivos de esta propuesta son ambiciosos: generar las inversiones y los recursos necesarios para crear al menos 400 millones de empleos nuevos, en particular en las economías verdes, digitales y del cuidado; ampliar los niveles mínimos de protección social para llegar a más del 50 % de la población del mundo que no tiene acceso a este tipo de protección; y aumentar la acción climática en favor del empleo para impulsar el progreso hacia una economía mundial neutra en carbono.
En lugar de volver a nuestros modelos anteriores a medida que avanzamos en la recuperación, debemos analizar cómo podemos conseguir este objetivo emprendiendo una nueva dirección. Debemos intentar reconstruir para mejorar de forma que nuestros nuevos sistemas sean más seguros, justos y sostenibles que antes de la pandemia, así como más eficaces a la hora de amortiguar las consecuencias de las futuras crisis para las personas de todo el mundo. Para ello, se necesitarán la solidaridad mundial y una determinación incansable para proteger a todos. No debemos olvidar que solo seremos fuertes si también lo son las personas más vulnerables que nos rodean.
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