20 diciembre 2022

Aunque las restricciones asociadas a la pandemia de COVID?19 se están suavizando y la nueva normalidad es una realidad en todo el mundo, para muchos, en particular para aquellos que son “socialmente invisibles”, la recuperación podría ser mucho más difícil. Por ejemplo, antes de la pandemia, a finales de 2018, muchas familias que vivían en zonas de S?o Leopoldo, al sur de Brasil, recibieron una orden de desalojo. La gran mayoría de estas poblaciones se encontraban en zonas vulnerables y expuestas a los riesgos ambientales.

La , institución miembro de Impacto Académico de las Naciones Unidas (UNAI)?en Brasil, decidió asociarse con diversas partes interesadas para crear la “Misión por la Vivienda Digna” o Miss?o pela Moradia Digna, en portugués, un movimiento centrado en abordar los retos de las comunidades vulnerables, estableciendo al mismo tiempo un enlace con las autoridades.

Esto también está directamente relacionado con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y, en particular, con el ?del que UNISINOS actúa como centro de conexión dentro de la UNAI. En la primera meta de este objetivo se establece que, para 2030 los Estados Miembros de las Naciones Unidas deben “asegurar el acceso de todas las personas a viviendas y servicios básicos adecuados, seguros y asequibles, y mejorar los barrios marginales”.

Además, desde UNISINOS también se decidió impulsar una red de solidaridad con las organizaciones de la sociedad civil, el municipio y los líderes locales a nivel comunitario, ante los efectos de la pandemia de COVID-19. Por parte de la universidad, un equipo compuesto por profesores, personal y estudiantes de diferentes disciplinas, dirigido por la profesora Marilene Maia, integró esta red como parte de los esfuerzos en curso para ayudar a las comunidades.

El seguimiento in-loco de las comunidades resultó ser relevante. Puso de manifiesto la necesidad de ampliar dicha supervisión, prestar asesoramiento en los procesos de regularización de las tierras y conocer más a fondo dichas comunidades en términos de estructuras familiares y perfiles sociales, económicos y educativos. Esta información es de vital importancia para luego proponer y dise?ar soluciones centradas en las personas.

“Tras comprobar que las autoridades no tenían una base de datos actualizada, propusimos este proyecto de cartografía social de las zonas urbanas ocupadas en S?o Leopoldo para recopilar los datos y organizar las actuaciones", comentó la profesora Maia. Se puso en marcha a principios de 2021 y continúa hasta hoy. Los esfuerzos iniciales se tradujeron en varias reuniones electrónicas de las que surgió una aplicación web para entrevistar a los líderes de la comunidad y otras personas.

Además, la comunidad llamada “Renacer” o Renascer, en portugués, fue elegida expresamente como parte de un proyecto piloto para integrar los datos sociales y físicos georreferenciados en un sistema SIG. Los primeros resultados tras analizar los datos fueron, en palabras de los propios responsables del proyecto, bastante impactantes. Se descubrió que Renascer era una comunidad “invisible”.

Aunque el término “invisible” ha resurgido en la investigación en las ciencias sociales, todavía es relativamente desconocido. Pero el líder de esta comunidad, Adroildo Gon?alves, lo define con claridad. “La invisibilidad social significa que las personas no tienen acceso a los servicios básicos de saneamiento, agua y suministro de energía eléctrica porque no tienen una dirección válida. Sin una dirección, los agentes sanitarios no vienen a nuestros hogares”, explicó.

Esta invisibilidad ocultaba otros aspectos sociales. El profesor Francisco Tognoli revisó la base de datos recopilada tras las entrevistas en tres comunidades, entre ellas Renascer. Los datos revelaron que aproximadamente el 48?% de la población está compuesta por ni?os menores de 12?a?os, y que el 21?% nació después de la actual pandemia. Además, casi la mitad de las familias reciben alguna ayuda oficial del gobierno.

Esta última cifra indica también que un porcentaje casi igual de la población está fuera de cualquier régimen de protección social y, por tanto, puede experimentar un mayor grado de vulnerabilidad. La mitad de los adultos están desempleados y el 34?% trabaja de manera informal. Además, el 65?% de las familias sobreviven con menos de un salario mínimo brasile?o (210?USD al mes), y las donaciones de alimentos son fundamentales para garantizar su seguridad alimentaria.

Los datos también revelaron que, antes de vivir en estas comunidades, una cuarta parte de las familias era propietaria de una vivienda, y que el 45?% vivía en casas de alquiler. El profesor Tognoli comentó, a partir de estas cifras, que el aumento de personas que viven en las llamadas localidades urbanas dentro de las zonas geológicamente inestables es una consecuencia directa de la crisis social, política y económica agravada en los últimos a?os.

La combinación de grandes problemas sociales, como el desempleo, las consecuencias devastadoras de la pandemia y la inflación ha disminuido el poder adquisitivo de la población y el bienestar de las familias con bajos ingresos. Se espera que esta investigación realizada por la universidad contribuya a elaborar políticas mejor informadas para mejorar la vida de las personas.

“Hemos detectado retos relativos a los grandes problemas sociales que conlleva un marco político y económico más complejo. Pero tenemos que estudiar otras 14 comunidades más. El trabajo no ha hecho más que empezar", destacó la profesora Maia.