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Para la mayor¨ªa de las personas, el hecho de alcanzar los 70 a?os les permite repasar los logros alcanzados y es de esperar que sientan un cierto alivio al no tener ya que preocuparse por el futuro. Para las Naciones Unidas, no existe tal lujo.

A pesar de haber alcanzado un hito envidiable, el 70? aniversario de las Naciones Unidas se ve ensombrecido por la insatisfacci¨®n entre los Estados Miembros y el peso de las expectativas no satisfechas desde diversos sectores.

Este breve ensayo no puede separar la verdad de la percepci¨®n. Su objetivo es m¨¢s bien destacar los elementos clave de la trayectoria de las Naciones Unidas en sus principales esferas de trabajo (el desarrollo, la paz y la seguridad y los derechos humanos) y definir los desaf¨ªos a su autoridad mundial que debe abordar para poder sobrevivir otros 70 a?os.

Entre ellos se encuentran las preguntas en torno al futuro liderazgo y la constituci¨®n de la Organizaci¨®n, y su cultura de gesti¨®n.

DESARROLLO

Durante la era de la descolonizaci¨®n, las Naciones Unidas tuvieron que apoyar a los pa¨ªses reci¨¦n independizados, que se hab¨ªan visto empobrecidos y sufr¨ªan la mala gesti¨®n de las potencias coloniales. El legado de este trauma condujo a la megaloman¨ªa, a la cleptocracia y, con mayor frecuencia, al desprecio hacia la buena administraci¨®n por parte de varios miembros de la primera generaci¨®n de gobiernos posteriores a la independencia. En muchos casos, los resultados fueron terribles.

En el ¨¢mbito del desarrollo, las Naciones Unidas no destacan precisamente por sus modestos esfuerzos a nivel de programaci¨®n. ?nicamente existen dos excepciones. En primer lugar, las entidades sumamente especializadas de las Naciones Unidas, como el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el Programa Mundial de Alimentos, que son l¨ªderes en sus respectivas competencias gracias a sus conocimientos t¨¦cnicos y a la profundidad de sus operaciones. En segundo lugar, las Naciones Unidas y la asistencia para el desarrollo, canalizadas a trav¨¦s de sus organismos, desempe?an una funci¨®n vital en los Estados fr¨¢giles afectados por los conflictos.

Sin embargo, podr¨ªa decirse que las mayores aportaciones de las Naciones Unidas al desarrollo permanecen en el plano de las ideas, desde la idea de dirigir una campa?a para poner fin a la viruela a la aparici¨®n del concepto de desarrollo humano. Un ataque bien planeado al consenso de Washington puso de relieve la necesidad de conceder a las pol¨ªticas y los programas sociales la misma importancia que a los fiscales y monetarios, una opini¨®n ampliamente compartida dentro de las propias instituciones financieras internacionales. El resultado fue el estudio ¡°Ajuste con rostro humano¡±, una formulaci¨®n que se origin¨® en el UNICEF.

El liderazgo de las Naciones Unidas en el ¨¢mbito de las ideas (un territorio dif¨ªcil) corre cierto peligro. La labor sobre los objetivos de desarrollo sostenible, iniciada en la Conferencia R¨ªo+20 de 2012, ha dado unos resultados de preocupante amplitud, consagrados en una lista preliminar de objetivos y metas (m¨¢s parecida a un cat¨¢logo que a un esfuerzo razonado por lograr un plan de acci¨®n factible) que se espera que los Estados Miembros aprueben oficialmente en una cumbre en septiembre de 2015. Cuando esto suceda, los parlamentos y los gobiernos del mundo podr¨ªan sorprenderse al comprobar que han contra¨ªdo compromisos con hasta 169 objetivos de desarrollo. Este resultado refleja un patr¨®n desalentador de re?idos debates intergubernamentales sobre el desarrollo en las Naciones Unidas. A pesar de que miles de millones de personas han dejado atr¨¢s la pobreza en ?frica y Asia y que las innovaciones en materia de pol¨ªtica social de Am¨¦rica Latina se han extendido por todo el mundo, las delegaciones de Nueva York han formulado principalmente reivindicaciones pol¨ªticas en lugar de ideas audaces. Dichos debates no reflejan la impresionante labor de desarrollo realizada en gran parte del Sur Global en los ¨²ltimos a?os. Tampoco revelan la profundidad de la crisis financiera y econ¨®mica en numerosos pa¨ªses industrializados desde 2008.

Se requiere un enfoque m¨¢s constructivo que evite resoluciones insustanciales, discursos ociosos y procesos imposibles de gestionar. Si los gobiernos son capaces de establecer algunas prioridades en medio de la vor¨¢gine de los objetivos de desarrollo sostenible y, de este modo, estimular a la sociedad civil, puede que no sea demasiado tarde.

PAZ Y SEGURIDAD

La mera existencia de las Naciones Unidas, creadas para salvar al mundo ¡°del flagelo de la guerra¡±, ha contribuido visiblemente a evitar una cat¨¢strofe nuclear. Durante la crisis de los misiles de Cuba de 1962, el foco de tensi¨®n m¨¢s peligroso en las relaciones entre las superpotencias desde la Segunda Guerra Mundial, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sirvi¨® como amortiguador, promoviendo la moderaci¨®n en Mosc¨² y en Washington. La diplomacia entre bambalinas del Secretario General U Thant, pr¨¢cticamente olvidada en la actualidad, permiti¨® que John F. Kennedy, Presidente de los Estados Unidos de Am¨¦rica, y Nikita Kruschev, Primer Ministro de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, dieran marcha atr¨¢s en sus demandas desmesuradas, lo cual contribuy¨® a frenar la crisis. En otras ocasiones, las Naciones Unidas resultaron ser un foro ¨²til para ayudar a las superpotencias a evitar el enfrentamiento directo en conflictos regionales donde ten¨ªan intereses contrapuestos.

Con el fin de la Guerra Fr¨ªa, las posibilidades de las Naciones Unidas parec¨ªan pr¨¢cticamente infinitas. Aqu¨ª podr¨ªa encontrarse el germen de sus desenga?os actuales. A instancias de un Consejo de Seguridad activista, se encomend¨® a las Naciones Unidas tareas para las que no estaban suficientemente preparadas. Como respuesta, en ocasiones se vieron obligadas a improvisar heroicamente y obtener ¨¦xito solo de vez en cuando. En plena euforia tras el fin de la Guerra Fr¨ªa, la hiperactividad del Consejo de Seguridad, en medio de la buena voluntad general y el deseo de poner fin al conflicto, gener¨® una gran cantidad de noticias.

Sin embargo, el alcance del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a menudo estaba por encima de sus posibilidades. La matanza de Srebrenica de 1995, debida en parte a la falta de recursos suficientes en las Naciones Unidas o de una estrategia realista en Bosnia y Herzegovina, sigue siendo una mancha para la Organizaci¨®n. Inesperadamente, la negativa del Consejo de Seguridad en 2003 a apoyar los planes de los Estados Unidos y el Reino Unido de Gran Breta?a e Irlanda del Norte para una invasi¨®n de la Rep¨²blica del Iraq, a pesar de reflejar con precisi¨®n la opini¨®n p¨²blica mundial, no pudo evitar que estos dos pa¨ªses llevaran a cabo su ataque. Esto dio lugar a consecuencias desastrosas para el Iraq y para la regi¨®n. En este fuego cruzado, se culp¨® a las Naciones Unidas, en lugar de recibir admiraci¨®n por la postura del Consejo de Seguridad, que qued¨® olvidada en medio de la confusi¨®n. Tal vez de una manera perversa, su reputaci¨®n a¨²n no se ha recuperado por completo.

En la actualidad, la pertinencia de las Naciones Unidas en la seguridad internacional se mide cada vez m¨¢s en funci¨®n de su efectividad en la prevenci¨®n del genocidio y las guerras civiles. As¨ª, el fracaso de la Organizaci¨®n a la hora de idear respuestas significativas a la crisis en Siria resulta una seria amenaza para su credibilidad general y debe dar lugar a un importante ejercicio de introspecci¨®n en el seno del Consejo de Seguridad.

DERECHOS HUMANOS

La Declaraci¨®n Universal de Derechos Humanos supuso un enorme avance cuando fue aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en diciembre de 1948, con un alcance y una ambici¨®n mucho m¨¢s amplios que cualquier texto previo o posterior. Contra todo pron¨®stico, especialmente si se tiene en cuenta el clima de la Guerra Fr¨ªa, en 1966 las Naciones Unidas pudieron llegar a un acuerdo sobre dos tratados innovadores que abordan los derechos fundamentales en los ¨¢mbitos civil, pol¨ªtico, econ¨®mico y social, y que entrar¨ªan en vigor en 1976 (el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Pol¨ªticos y el Pacto International de Derechos Econ¨®micos, Sociales y Culturales). Mientras tanto, aumentaba la celebraci¨®n de tratados sobre derechos humanos espec¨ªficos, desde la prohibici¨®n de la tortura (Convenci¨®n de las Naciones Unidas contra la Tortura, 1984) hasta la eliminaci¨®n de la discriminaci¨®n contra la mujer (Convenci¨®n sobre la Eliminaci¨®n de Todas las Formas de Discriminaci¨®n contra la Mujer, 1979).

En un esfuerzo por reforzar su apoyo a las actividades relacionadas con la defensa de los derechos humanos, las Naciones Unidas designaron al primer Alto Comisionado para los Derechos Humanos en 1994. Desde entonces, varios Altos Comisionados han hecho o¨ªr su voz de forma contundente y autoritaria para la defensa de los derechos mundiales, como el reci¨¦n nombrado Zeid Ra¡¯ad Zeid Al-Hussein (sucesor de dos Altas Comisionadas excepcionales, Navanethem Pillay y Louise Arbour). Los avances en materia de derechos humanos, a pesar de verse limitados por situaciones desalentadoras sobre el terreno, han demostrado ser uno de los mayores logros de las Naciones Unidas, y la atenci¨®n especial que el Secretario General Ban Ki-moon ha prestado a los derechos individuales, como los de las parejas del mismo sexo, as¨ª como su activismo en contra de la pena de muerte, posiblemente representen su legado m¨¢s convincente.

GESTI?N

La gesti¨®n de las Naciones Unidas no es ni mejor ni peor que la de la mayor¨ªa de las grandes organizaciones. Se enfrentan a desaf¨ªos derivados de su despliegue mundial, como tambi¨¦n lo hacen numerosas organizaciones mundiales de los sectores privado y p¨²blico.

La supervisi¨®n de la calidad debe convertirse en la prioridad, en lugar de la microgesti¨®n, como a veces ocurre. Las Naciones Unidas no han captado plenamente esta idea, pese a sus 70 a?os de experiencia. El personal de las Naciones Unidas nunca alcanzar¨¢ todo su potencial a menos que los Estados Miembros puedan otorgarles una mayor confianza.

Las Naciones Unidas han conseguido un mayor ¨¦xito al adoptar un criterio pragm¨¢tico de la gesti¨®n, centrado en ¡°soluciones temporales¡± tradicionales que permiten al personal liberarse del cors¨¦ de las normas para lograr resultados a menudo excelentes, a veces en medio de enormes dificultades y en circunstancias locales dif¨ªciles. En ning¨²n ¨¢mbito es esto m¨¢s evidente que en las extensas operaciones sobre el terreno de las Naciones Unidas, como las misiones de paz, que con frecuencia se despliegan en territorios particularmente exigentes. Las operaciones de mantenimiento de la paz apoyan a unos efectivos de aproximadamente 120.000 tropas, m¨¢s del doble del tama?o de las Fuerzas Armadas Canadienses. La Sede de las Naciones Unidas y el personal sobre el terreno a menudo se ven obligados a improvisar, ya que la necesidad y la falta de normas adecuadas para cada situaci¨®n requieren creatividad, capacidad de asumir riesgos y valor. Afortunadamente, ninguna de estas cualidades es escasa en el seno de las Naciones Unidas.

Y contrariamente a la percepci¨®n generalizada, la remuneraci¨®n del personal de las Naciones Unidas no es especialmente generosa. Sin embargo, est¨¢ estructurada de forma que crea ¡°cadenas doradas¡± para muchos miembros del personal. Esto puede alentar al personal a aferrarse a sus puestos de trabajo mucho m¨¢s tiempo de lo que muchos deber¨ªan o desear¨ªan, lo que provoca que algunos sectores de la Organizaci¨®n queden peligrosamente congelados. Un enfoque global de la remuneraci¨®n basado en el costo de la vida local y las condiciones resultar¨ªa m¨¢s adecuado a nuestros tiempos, y podr¨ªa inducir a una mayor movilidad del personal.

En su haber, Ban Ki-moon ha tratado de abordar los problemas relativos al personal, en particular la renuencia de los miembros del personal de las Naciones Unidas que ocupan puestos de trabajo c¨®modos en las sedes a asumir cargos m¨¢s dif¨ªciles sobre el terreno. El hecho de que solo se haya logrado un ¨¦xito parcial, despu¨¦s de batallas tit¨¢nicas, es un reflejo de la gran resistencia a los cambios que puede encontrarse en las Naciones Unidas.

LIDERAZGO

A medida que el segundo mandato de Ban Ki-moon como Secretario General llega a su fin (a finales de 2016), los Estados Miembros se han mostrado cada vez m¨¢s agitados acerca de la elecci¨®n de su sucesor. La atenci¨®n se ha centrado en el g¨¦nero y son muchos los que apoyan el nombramiento de una mujer. A ser posible, el sucesor o sucesora ser¨¢ seleccionado con bastante antelaci¨®n al inicio del mandato el 1 de enero de 2017, lo que permitir¨¢ contar con tiempo suficiente para pasar de la fase de campa?a a la planificaci¨®n cuidadosa.

Siempre es necesario prestar atenci¨®n a dos conjuntos esenciales de relaciones. En primer lugar, el Secretario General debe fomentar v¨ªnculos estrechos con los Estados Miembros, que est¨¢n a cargo del sistema de las Naciones Unidas, pero necesitan poder confiar en el Secretario General para gestionarlo y, en ocasiones, para liderarlo. No resulta f¨¢cil ganarse su confianza, y esta se puede perder r¨¢pidamente. Una vez perdido su apoyo, rara vez vuelve a recuperarse totalmente. En segundo lugar se encuentra la relaci¨®n con el personal de las Naciones Unidas. Aunque a menudo son ridiculizados, muchos miembros de personal muestran una singular dedicaci¨®n y eficacia en el ejercicio de sus funciones al servicio de la Organizaci¨®n, por lo que en ocasiones son llamados a asumir riesgos excepcionales para su salud y su seguridad personales, a la vez que se compromete seriamente el equilibrio entre el trabajo y la vida personal. Del Secretario General esperan capacidad de liderazgo, pero tambi¨¦n apoyo. No todos los Secretarios Generales han tenido la misma capacidad para transmitir empat¨ªa a sus colegas, y algunos pretend¨ªan simplemente ser servidos. Esto no funciona demasiado bien cuando se pide asumir importantes riesgos y sacrificios.

Es poco probable que un Secretario General que haya perdido la confianza del personal prospere, mientras que la p¨¦rdida de la confianza y el respeto de los Estados Miembros solo puede resultar en fracaso.

REFORMA CONSTITUCIONAL

En general, se considera que las reuniones oficiosas de los Estados Miembros acerca del proceso de selecci¨®n del Secretario General est¨¢n excesivamente centradas en el Consejo de Seguridad y sus miembros, y reflejan el creciente abismo entre estos ¨²ltimos y los Estados Miembros en general. El equilibrio de poder ha cambiado significativamente desde 1945, a pesar del deseo de los miembros permanentes de mantener el statu quo, que se caracteriza por dos categor¨ªas de miembros, los cinco Estados Miembros permanentes del Consejo de Seguridad, con derecho a veto, y el resto.

Las necesidades realmente imperiosas no suelen recurrir al veto para afirmar su liderazgo ni siquiera para proteger intereses fundamentales. El compromiso diplom¨¢tico suele funcionar, mientras que el veto, a menudo emitido desde la frustraci¨®n, no es m¨¢s que una salida f¨¢cil que da?a de forma perdurable las relaciones diplom¨¢ticas. Los Estados Unidos habr¨ªan obtenido un mayor provecho si hubieran escuchado a la mayor¨ªa en el Consejo de Seguridad sobre el Iraq en 2003 y hubieran renunciado a una aventura militar imprudente por la que tanto ellos como otros pa¨ªses pagaron un alto precio.

Si las relaciones entre los Estados Miembros de las Naciones Unidas se vuelven mucho m¨¢s disfuncionales de lo que hoy a veces resultan, las Naciones Unidas ya no ser¨¢n capaces de realizar sus labores esenciales, y las decisiones principales simplemente pasar¨¢n a otras formaciones multilaterales. Los cinco Estados Miembros permanentes del Consejo de Seguridad y el resto de los Estados Miembros deben hacer frente a la necesidad de una reforma constitucional en las Naciones Unidas para reflejar la realidad geoestrat¨¦gica y econ¨®mica actual. ?Demostrar¨¢n estar a la altura?

Si bien el pr¨®ximo Secretario General se enfrentar¨¢ a serios desaf¨ªos de liderazgo a la hora de sustentar a la Organizaci¨®n y mantenerla ¨¢gil, los factores decisivos para el futuro de las Naciones Unidas siguen siendo los cinco Estados Miembros permanentes, que pueden estar o no dispuestos a hacer frente a la imperiosa necesidad de un cambio significativo.

Existen algunas razones para ser optimistas al reflexionar sobre el aniversario de la Organizaci¨®n. Una esfera concreta que inspira cierto optimismo es el cambio clim¨¢tico. El proceso de concebir un enfoque global de la lucha contra el cambio clim¨¢tico ha resultado frustrante para muchos. Despu¨¦s del primer per¨ªodo de compromiso del Protocolo de Kyoto, que obtuvo un ¨¦xito razonable, el apoyo se debilit¨® debido a sus disposiciones vinculantes (a las que los Estados Unidos nunca se hab¨ªan adherido y que varios Estados Miembros incumplieron, incluido el m¨ªo). A medida que se hund¨ªa el precio de los bonos de carbono, reflejado en el Mecanismo para un Desarrollo Limpio del Protocolo de Kioto, la tendencia desemboc¨® en interminables negociaciones sobre el cambio clim¨¢tico en el seno de las Naciones Unidas.

Sin embargo, el ¨¢nimo se recuper¨® ostensiblemente cuando, a finales de 2014, China y los Estados Unidos llegaron a un acuerdo bilateral para ofrecer importantes compromisos voluntarios (no vinculantes) relativos a la reducci¨®n de las emisiones, sin tener que depender del veto para afirmar su liderazgo. Esta iniciativa impuls¨® las negociaciones para la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Clim¨¢tico, que se celebrar¨¢ en diciembre de 2015 en Par¨ªs, en un contexto m¨¢s esperanzador, mientras que otros pa¨ªses ofrecieron compromisos a lo largo de la primavera.

Todas las poblaciones del mundo acoger¨ªan con satisfacci¨®n un pragmatismo mayor y m¨¢s generalizado.