En 1997 se produjo una escena dram¨¢tica cuando un ballenato gris apareci¨® varado en Marina del Rey, cerca de Los ?ngeles. Se hab¨ªa separado de su madre durante la migraci¨®n anual de Alaska a M¨¦xico. Cientos de voluntarios requisaron barcos y camiones de mudanza y se utilizaron camillas improvisadas para trasladar a este desvalido ballenato hembra m¨¢s de 100 millas hasta San Diego, en un intento desesperado por salvar su vida.

Bautizada como JJ por sus rescatadores, la ballena lleg¨® d¨¦bil, deshidratada y desorientada, pero tras 18 meses de cuidados, recuper¨® la salud y fue liberada de nuevo en mar abierto. Aunque muchos celebraron ese d¨ªa, los desaf¨ªos que JJ super¨® no fueron nada comparados con las amenazas a que ella y toda su especie de ballena gris se enfrentan ahora, 20 a?os despu¨¦s.

ESTA AMENAZA ES EL CAMBIO CLIM?TICO.

Hoy, nuestros oc¨¦anos est¨¢n sometidos a una enorme presi¨®n, ya que sus aguas absorben gran parte del di¨®xido de carbono y otros gases de efecto invernadero que las actividades humanas liberan a la atm¨®sfera, lo que ha incrementado en un 30% su acidez. El progreso de la raza humana, en particular desde la Revoluci¨®n Industrial, ha tenido consecuencias devastadoras para el clima mundial y, en especial, para nuestros oc¨¦anos.

Las conchas marinas son m¨¢s d¨¦biles, los antiguos e inmensos arrecifes coralinos se est¨¢n decolorando y los ecosistemas esenciales est¨¢n desapareciendo. La cadena alimenticia marina est¨¢ amenazada: las almejas, las ostras, las langostas y los cangrejos, que son alimento b¨¢sico para grandes criaturas marinas como las focas, las nutrias y las morsas, est¨¢n en peligro de extinci¨®n. Y lo m¨¢s preocupante de todo, el plancton, los anf¨ªpodos (especie min¨²scula del camar¨®n) y otros organismos microsc¨®picos que constituyen el sustento de las grandes ballenas y peces de todos los tipos y tama?os son cada vez m¨¢s dif¨ªciles de encontrar. Esta alarmante tendencia significa que JJ probablemente morir¨¢ de hambre antes de finalizar su ciclo de vida, y que gran parte de la vida marina de la que dependen miles de millones de seres humanos desaparecer¨¢.

A diferencia de otras amenazas para el oc¨¦ano como la contaminaci¨®n causada por los pl¨¢sticos y la sobrepesca, estos cambios no siempre son f¨¢ciles de ver, pero hay advertencias evidentes. M¨¢s de la mitad de las 17 especies de ping¨¹inos del mundo est¨¢n ahora en peligro, en gran parte por la reducci¨®n del suministro de alimentos provocada por el cambio clim¨¢tico. Las almejas comunes son m¨¢s peque?as que nunca ¡ªliteralmente desaparecen ante nuestros ojos¡ª y los humanos tambi¨¦n sufriremos esta p¨¦rdida. Se ha demostrado que una prote¨ªna encontrada en la concha de la almeja com¨²n es eficaz en el tratamiento contra el c¨¢ncer. ?A qu¨¦ recurriremos cuando ya no exista este molusco?

Como consecuencia del cambio clim¨¢tico, los oc¨¦anos del mundo se est¨¢n calentando hasta el punto de que ya no pueden absorber nuestra contaminaci¨®n, lo que significa que los esfuerzos para reducir las emisiones de carbono tendr¨¢n que ir mucho m¨¢s all¨¢ de los niveles establecidos por el Acuerdo de Par¨ªs de 2015 si queremos impedir los efectos m¨¢s catastr¨®ficos.

El aumento del nivel del mar y los da?os provocados en las regiones costeras por las tormentas, cada vez m¨¢s intensas y duraderas, han destruido ya las comunidades m¨¢s vulnerables de baja monta?a y los medios de subsistencia de los pescadores locales, los trabajadores del sector del turismo, los agricultores y tantos otros. Nuestra sed de petr¨®leo ha tra¨ªdo consigo masivos derrames de petr¨®leo que a¨²n hacen m¨¢s da?o.

PERO HAY ESPERANZA.

El Acuerdo de Par¨ªs sent¨® las bases para lograr un futuro m¨¢s sostenible para el planeta y, especialmente, para los oc¨¦anos. Mi fundaci¨®n ha financiado el proyecto de investigaci¨®n The Solutions Project (), que demuestra que el mundo podr¨ªa funcionar con energ¨ªa 100% limpia y renovable para 2050. En Viet Nam se est¨¢n repoblando manglares a lo largo de la costa, puesto que absorben carbono, proporcionan zonas de reproducci¨®n para innumerables especies de peces y act¨²an como barrera frente a las violentas tormentas que azotan la costa. Y en las mismas aguas cercanas a Los ?ngeles donde se encontr¨® a JJ hace dos decenios, los voluntarios est¨¢n replantando gigantes bosques de algas marinas que albergan 800 especies de otras plantas y animales y que suministran ox¨ªgeno al planeta en beneficio de todos.

?Ser¨¢ suficiente? Para rescatar a JJ, se unieron cientos de voluntarios de todas las edades, condici¨®n social y origen. Dejaron sus intereses particulares y sus agendas en la playa y se zambulleron, literalmente, para salvar a una criatura que se encontraba en una situaci¨®n de extrema necesidad. Y podemos volver a hacerlo por nuestros oc¨¦anos, por nosotros mismos y por nuestro futuro. Pero, al igual que una vez tomamos la consciente decisi¨®n de salvar a JJ, ahora nos enfrentamos a la cuesti¨®n, igual de decisiva, de si le permitiremos vivir una vida normal y plena o si la degradaci¨®n cada vez mayor del oc¨¦ano que estamos provocando har¨¢ que muera prematuramente de hambre. Si eso sucede, estaremos tambi¨¦n condenando a nuestros hijos a tener una calidad de vida mucho peor que la que hoy damos por sentada.

Sabemos que el ser humano es lo bastante poderoso, y al parecer tambi¨¦n lo bastante est¨²pido, como para alterar la composici¨®n qu¨ªmica de dos terceras partes del planeta. La misma alarma y urgencia que impuls¨® a los voluntarios a salvar a JJ en 1997 debe impulsarnos hoy, porque la amenaza generalizada, para ella y para toda la biodiversidad marina, es cada vez mayor. El Objetivo de Desarrollo Sostenible 14 de las Naciones Unidas nos insta a "conservar y utilizar sosteniblemente los oc¨¦anos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible". Recordemos que este objetivo no puede lograrse simplemente reduciendo el n¨²mero de capturas pesqueras o poniendo fin a la peligrosa exploraci¨®n petrolera en las aguas costeras, sino que es preciso eliminar tambi¨¦n las amenazas que el cambio clim¨¢tico y las emisiones que liberamos aqu¨ª, en tierra, representan para nuestros oc¨¦anos.