El río Paraná, en Sudamérica, con una extensión de unos 5.000?km y que atraviesa Brasil, Paraguay y Argentina, es el segundo en longitud dentro de la subregión, y tiene una importante relevancia económica en términos de medios de subsistencia para los pescadores, el comercio de bienes y la generación de energía hidroeléctrica. El delta del río Paraná es un conjunto de humedales que proporciona agua, alimentos, almacenamiento de los gases de efecto invernadero, transporte y ocio, entre otros beneficios.
En medio de la pandemia de COVID?19 y durante gran parte de 2020, este territorio tuvo que soportar incendios que afectaron a más del 17% de su superficie, y que causaron graves da?os socioambientales. Debido a las alteraciones que el fuego genera en estos ecosistemas, es un reto revertir estos da?os a corto, mediano y largo plazo. Uno de los elementos que sufre modificaciones importantes es el suelo, ya que sus funciones naturales se ven alteradas, y el medio ambiente se ve inevitablemente afectado.
En este escenario, en el Observatorio Ambiental de la , ?una institución miembro de la iniciativa Impacto Académico de las Naciones Unidas (UNAI, por sus siglas en inglés)?en Argentina que sirve como centro de los ODS para el Objetivo 13: Acción por el Clima, se está haciendo un seguimiento a largo plazo del efecto y la recuperación de los humedales tras estos incendios. Para ello, se creó un equipo transdisciplinario formado por diferentes grupos de investigación de toda la universidad.
En el informe?Episodio de sequía extrema 2019-2021 en la Cuenca del Plata?publicado de forma conjunta, entre otros, por la Organización Meteorológica Mundial de las Naciones Unidas, con aportes de esta institución de educación superior, se advertía de que "debido a la gran cantidad de biomasa seca en el suelo y al uso de la quema como práctica asociada a las actividades humanas, los incendios han proliferado a lo largo del extenso corredor de los humedales del río Paraná".
Con un GPS de alta precisión y una amplia gama de técnicas específicas, se estudiaron 24 lugares afectados por incendios de diferente gravedad. Se extrajeron muestras del suelo y se analizaron en el laboratorio, y además se midió y registró el grado de compactación del suelo. Cabe mencionar que los suelos de las islas son sedimentos que el río trae y deposita a lo largo del tiempo, por lo que son muy frágiles frente a la agresión del fuego.
Uno de los efectos de los incendios es que queman parte de la materia orgánica, un factor fundamental que determina la acidez, la porosidad, el nivel de nutrientes y la actividad biológica. La porosidad se pierde al alterarse la infiltración del agua. Además, el agua no se puede almacenar, lo que dificulta la aireación del suelo. Ambas limitaciones van en contra de la compleja red de la bioactividad del suelo. Así, el suelo no "funciona" correctamente y pierde la capacidad de mantener su biodiversidad.
Los nutrientes también se pierden y, con ello, la fertilidad también disminuye. Perder, por ejemplo, nitrógeno y fósforo significa tener menos recursos con los que recuperarse. Otras consecuencias son las variaciones en los minerales del suelo, que transforman el equilibrio interno. Cuanto más grave sea el incendio, mayor será el espesor del suelo afectado. Desde que el equipo de investigación realizó el primer estudio, se han observado efectos negativos que da?aron la sostenibilidad de la salud del suelo.
Los suelos quemados se han vuelto más compactos y se ha perdido más del 60% del fósforo, lo que disminuye la fertilidad y el equilibrio con los otros elementos que intervienen en la nutrición de la vegetación local. Una consecuencia muy relevante fue la disminución del almacenamiento de carbono, estimándose una pérdida de dióxido de carbono equivalente a 16 toneladas por hectárea. Junto con el liberado por la vegetación quemada, este gas de efecto invernadero pasó a la atmósfera.
De este modo, tanto los suelos como la vegetación de los humedales perdieron su papel de sumideros. Un sumidero es un sistema o proceso por el cual se extraen y almacenan los gases de la atmósfera, lo que ayuda a contrarrestar el cambio climático. "Está claro que el efecto de los incendios ha sido importante", afirmó Sergio Montico, investigador principal. "La biodiversidad de los humedales está en peligro, y apenas queda margen para que esta agresión se mantenga", alertó.