La igualdad de género ha experimentado un gran avance en los últimos a?os y décadas. Hay más mujeres con acceso a la educación en el nivel terciario, más mujeres en puestos directivos de alto rango, y los derechos de las mujeres se han desarrollado de forma significativa. Sin embargo, aún queda mucho por lograr, pues las mujeres aún deben hacer frente a violencia y discriminación. En general, las mujeres reciben salarios más bajos y tienen un menor nivel de acceso a la educación comparadas con los hombres.
En este contexto, las instituciones de educación superior pueden ser agentes de cambio cruciales. Pueden garantizar que las estudiantes tengan las mismas oportunidades en cuanto a solicitudes, admisiones y tasas de finalización de estudios. Pueden impartir planes de estudio que promuevan la igualdad y la equidad de género, así como la representación paritaria. Mediante su investigación, pueden sacar a la luz desigualdades como la discriminación de las mujeres, y garantizar que sus conjuntos de datos incluyan el punto de vista de las mujeres.
Además, las universidades y colegios universitarios pueden abordar la desigualdad de género en la sociedad en general, mediante la colaboración con proyectos de divulgación que apoyen a las mujeres. En muchos sentidos, las instituciones de educación superior ya han supuesto una fuerza positiva en el camino hacia la igualdad de género. Sin embargo, con su importante alcance e impacto, estas instituciones desempe?an un papel aún mayor a la hora de impulsar la igualdad de género más allá de los recintos universitarios, en las comunidades.
De acuerdo con la Dra. Bhavani Rao, titular de la Cátedra de la UNESCO sobre Igualdad de Género y directora del Centro por el Empoderamiento de las Mujeres y la Igualdad de Género en la , una institución miembro de la iniciativa Impacto Académico de las Naciones Unidas (UNAI, por sus siglas en inglés) en la India, parece que las instituciones de educación terciaria no están haciendo demasiado más allá de sus recintos. Según la Dra. Rao, es evidente que “[las universidades] pierden la pista de lo que ocurre con las mujeres que se gradúan en sus programas.”
Por supuesto, son egresadas; pero, en lo que se refiere a sus carreras, ?las continúan, o las dejan de lado? De acuerdo con la Dra. Rao, es necesario disponer de los datos y recursos suficientes para hallar la respuesta a estas cuestiones. En este sentido, el informe (en inglés)??afirma que “las universidades se centran más en medir el acceso de las mujeres a la educación superior que en hacer un seguimiento de sus resultados y tasas de éxito”.
Este informe fue desarrollado por el Times Higher Education (THE) y el?. En la práctica, menos de dos tercios de las universidades hacen un seguimiento de las tasas de graduación de las mujeres. Aunque lograr el acceso de más mujeres a la educación superior es un aspecto crucial de la igualdad de género, como se refleja en la?meta 4.3 del Objetivo de Desarrollo Sostenible 4, prácticamente resulta redundante.
Especialmente cuando no se produce un seguimiento. Volviendo con la Dra. Rao, quien proporcionó su opinión y contribuciones al informe citado con anterioridad y también realizó un estudio en profundidad en la India sobre los resultados y tasas de éxito de las mujeres graduadas en carreras STEM, los números iniciales de mujeres son más significativos que los de hombres que comienzan estos cursos. Sin embargo, las profesiones que eligen tras graduarse no son necesariamente en ámbitos relacionados con las STEM.
Respecto a los indicadores de las políticas y servicios de las universidades, no solo respecto al progreso de las mujeres sino en otros factores como la antidiscriminación y otras políticas de igualdad de género, la mayor parte de las instituciones declaran inicialmente que poseen estas medidas. Sin embargo, de acuerdo con los datos recogidos por THE y el UNESCO-IESALC, el porcentaje de universidades que pueden aportar documentación relevante es a menudo muy inferior.
Esto no significa que no existan políticas o servicios en las instituciones educativas en el nivel terciario que combatan otras áreas de la desigualdad de género. Por el contrario, podría ser que las universidades y colegios universitarios careciesen de los recursos para hacer un seguimiento de estas medidas. La Dra. Rao afirma que su propia universidad no posee una base de datos científica o datos longitudinales que pueda aportar sobre estas cuestiones. Sin embargo, se están implementando servicios y políticas para abordarlas.
“Si hay jóvenes mujeres con capacidad investigadora o interesadas en la investigación, creamos puestos de trabajo en los centros de investigación de la universidad de modo que sigan en contacto con la investigación y, finalmente, les ayudamos a embarcar en un doctorado si así lo desean y cuando estén preparadas”, explicó. Mientras que este ejemplo cubre el indicador de “progreso de las mujeres”, la institución también proporciona servicios para combatir otros aspectos de la equidad de género.
Por ejemplo, la universidad está creando “círculos de apoyo para las mujeres”, que actúan de modo similar a un grupo de apoyo en salud mental solo para mujeres, tanto estudiantes como miembros del personal. Este grupo ayuda a facilitar un sentido de género, prácticas de igualdad de género, y gestión del estrés. Además, ayuda a estas mujeres a gestionar y compaginar la vida en el hogar y en la escuela o el trabajo, los retos de tener hijos mientras estudian, y todos los demás aspectos de su salud mental.
La Dra. Rao a?adió que, aunque el problema de la desigualdad de género es sistémico, las universidades y colegios universitarios pueden desempe?ar un papel importante como organizaciones y activistas. En su opinión, una de las cosas más importantes que puede hacer una institución de educación superior es dise?ar su programa educativo para incluir tópicos relacionados con la igualdad y equidad de género. Fomentar la tolerancia y concientizar es el primer paso para hacer avanzar este movimiento.