La guerra y los conflictos armados destrozan el tejido del desarrollo sostenible. Propagan la pobreza, lastran las oportunidades y socavan los derechos humanos fundamentales. Ningún país afectado por conflictos ha logrado todavía uno solo de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Dirigiendo la vista más allá del plazo de 2015 para cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio, debemos reconocer que la paz y la seguridad constituyen una ?cuarta dimensión? crucial del desarrollo sostenible.
También tenemos que reconocer que la paz duradera y el desarrollo después de los conflictos dependen de la protección ambiental y la buena gobernanza de los recursos naturales. No puede haber paz si la base de recursos de la que depende la gente para su sustento y sus ingresos queda da?ada o destruida, o si su explotación ilegal financia o provoca conflictos.
Desde 1990, al menos 18 conflictos violentos se han visto alimentados por la explotación de recursos naturales como la madera, los minerales, el petróleo y el gas. En ocasiones, esto se debe a da?os ambientales y a la marginación de poblaciones locales que no llegan a beneficiarse económicamente de la explotación de los recursos naturales. Más a menudo, se debe a la avaricia.
En el Afganistán, algunos han expresado el temor de que los depósitos minerales recién descubiertos —cuyo valor se estima en 1 billón de dólares— puedan perpetuar el conflicto civil. En la zona oriental de la República Democrática del Congo, las ricas reservas de esta?o, tantalio, tungsteno y oro, que podrían utilizarse para mejorar el nivel de vida de millones de personas, se están destinando a financiar grupos armados y prolongar la violencia. Y en toda ?frica, se está diezmando la población de elefantes a causa del comercio mundial ilícito de marfil, que a su vez está financiando a rebeldes, redes de delincuencia y otras fuerzas desestabilizadoras.
Hasta la fecha, se ha encomendado a seis misiones de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas el mandato de apoyar la capacidad de su país anfitrión para restablecer el control de su base de recursos y detener la extracción ilícita por parte de grupos armados. Sin embargo, necesitamos un mayor énfasis internacional en la gestión de los recursos naturales en la prevención de conflictos, el mantenimiento y la consolidación de la paz.
Reafirmemos en este Día Internacional nuestro compromiso con la gestión sostenible y la salvaguardia de recursos minerales vitales en tiempos de guerra y paz. Hagamos más por prevenir los conflictos por los recursos naturales y maximizar los beneficios derivados de estos recursos para mantener y consolidar la paz. Debe impedirse que la maldición de los recursos siga socavando la seguridad de Estados frágiles y asolados por los conflictos y los fundamentos del desarrollo sostenible.